Fue en una de las correrías por los campos que descubrí la Flor del aire, una orquídea de zona templada. No creo que nada, ningún espectáculo de la naturaleza, a no ser el hallazgo del primer nido de colibrí con sus dos huevecillos diminutos, cuya inverosímil pequeñez parecía chocar violentamente con todo nuestro concepto de las medidas y la proporción, me conmovió tanto, hasta las fibras más ocultas de mi capacidad para sentir la belleza, que el encontrarme de manos a boca, al término de un sendero del bosque, con la Flor del aire.
La Flor del Aire, un escrito maravilloso y descriptivo de Antonio Esteban Agüero
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