Patricia Adriana Abaca-06-02-2022
Soy Patricia Adriana Abaca nací el 16 de abril de 1969 en el departamento San Martín, Mendoza. Vivíamos en la zona rural, soy hija de una familia humilde, éramos seis hermanos. Hice mi colegio secundario en la parte urbana de San Martín y a los dieciséis años terminé la secundaria, porque había comenzado a los cuatro años de oyente y me pasaron directamente a segundo grado. Mi idea fue seguir estudiando, pero la economía familiar no daba para eso, fue toda una travesía hacer el secundario.
Cuando cumplí los dieciocho llegué a San Luis, estaba la crisis inflacionaria, había paro en las universidades, mi papá me dijo que si no estudiaba me volvía. Siempre recuerdo que iba pasando por una conocida tienda de la ciudad donde había un cartel que pedía secretaria y cajera, yo no tenía idea, sabía lo que había aprendido de contabilidad en el colegio, entré y lo primero que pregunté era cuánto pagaban, me hicieron una prueba. No había computadoras, solo unos libros grandes donde había que sumar y deducir, pasé esa prueba, me quedé con el trabajo, pero se postergó lo del estudio, sabía me gustaba mucho la contabilidad o algo relacionado.
Después trabajé en dos zapaterías muy importantes por casi quince años, vivía en pleno centro, en Belgrano y Rivadavia. Cuando me mudé a la Ciudad de La Punta fue porque me dieron la casa, allí dejé el trabajo por cuestiones de distancia, tenía un hijo con problemas de salud, entonces decidí trabajar con mis manos que es lo que hago ahora. Primero comencé con artesanías que estaban de moda, digamos, como las tarjetas españolas, había llegado la tienda “Todo por dos pesos” así que trabajaba para ellos en grandes cantidades, posteriormente llegaron otras importadoras, yo hacía todo lo que era collares, después porcelana fría.
Recuerdo las vísperas del 25 de Mayo en el cabildo de La Punta, preparé mínimo tres docenas de escarapelas, inventé diferentes motivos, lo que me abrió puertas y tuve muchísimo trabajo por más de diez años, hacía entre ocho mil y diez mil escarapelas en el año. Llegué a todas las escuelas de San Luis, y fue un orgullo para mí ver en un desfile del 25 de Mayo cientos de chicos con mi escarapela en el pecho. Desde allí, las docentes me encargaban adornos para tortas, souvenirs para eventos escolares, entre ellas muchas clientas que conservo hasta hoy. A las escarapelas se sumaron los regalos para el día del niño, los lápices decorados, las alcancías, hasta que llegó la pandemia.
Me di cuenta de que se dejaron de festejar los cumpleaños, se suspendieron las clases, yo me quedé sin trabajo, y así se me ocurrió lo que estoy haciendo actualmente que es pintar macetas. Participé de la Feria de Productores en el Parque, pinté treinta macetas, con plantas primero, y fue un problema trasladarme desde La Punta, por entonces no tenía vehículo, pero me fue muy bien, supe administrarme, compré el material que necesito para seguir trabajando, fui a otra feria más y empecé a vender en mi casa. Publiqué y pese a todo la gente venía a la reja y con todo el cuidado se lo vendía, comencé a buscar macetas en toda la provincia porque no hay un productor de macetas, al final trabajé muchísimo en pandemia. Es que la gente le dedicó más tiempo para arreglar sus jardines y eso me dio a mí una oportunidad.
Cuando volvieron las ferias seguí trabajando y ha sido algo increíble el reconocimiento de la gente, después de llegar al Parque de Las Naciones cargada, a las dos horas no tenía absolutamente nada. Preparar una maceta es como lijar un ladrillo, es lo más feo, te llenás de polvillo, se te arruinan las manos por más protección que te pongas, una vez que estén limpias tenés que hacerles un curado para que no pase la humedad, después llega un proceso de blanqueado que son 3 o 4 manos de pintura para que queden blancas y sobre eso empezás a dar color, a pintar, primero dibujaba con un lápiz, ahora ya no, simplemente cargo pintura en el pincel y voy dibujando lo que sale, no hay forma de que salga una exactamente igual a la otra.
Participo también en la feria de los artesanos de MADA, del programa Cultura, donde voy siempre, tengo ese lugarcito que para mí es importante.
Mi familia está compuesta por mis hijos: Rodrigo (22), estudiante de Desarrollador de Software, y Aleff (15) en cuarto año de la secundaria. Me encantaría poder tener salud y estar siempre junto a mis hijos, y también volver a ver a mi hermana que está en España.
San Luis me conoce como artesana, a veces no ser profesional no es tan malo, no pude estudiar pero ser artesana ha llenado muchas cosas en mi vida, me mantiene y puedo mantener mi casa, mis hijos, siento el reconocimiento de la gente y es muy lindo.