Reportajes

Sol Serra-17-04-2022

Soy Sol Serra, nací el 22 de junio de 1977 en San Martín, Buenos Aires. Tuve una infancia tranquila, me crie en el Delta porque hacía canotaje, muy rodeada de naturaleza, eran tres veces a la semana y es lo que más amo de mi infancia, haberme criado en el río haciendo un deporte solitario digamos, que ha dejado cosas hermosas dentro mío.

Mi desarrollo artístico se dio de grande, en la escuela iba a coro pero nada más, a los veinte estudié guitarra y armé una banda solo como hobbie. Anhelaba poder expresarme aunque antes no había en mí eso que ahora encuentro, expresar algo que sucede en mi universo interior. Comenzó hace tres años con mi teléfono gama baja (se ríe), que saca lindas fotos. Hace ocho años vivo en Merlo, y he ido a las sierras en mis caminatas para sacar fotos, me gusta sacarle fotos a los micromundos, pequeños y escondidos, comencé como un juego. Descubrí que esas fotos decían cosas y que tenían mucha información, que el monte serrano “hablaba” a través de ellas.

En 2018 Sonia, que es una compañera de “EntrecompasEs” y artística plástica maravillosa, los leyó y me propuso que intervenga sus pinturas con mis escritos, me quedé sorprendida porque yo no tenía intenciones de publicar. Hizo una exposición en la Casa del Poeta junto a su compañero Martín Cristini, donde él expuso en fotografía, ella en pintura y algunas partes de los textos que yo había escrito. Es ella quien me invita a entrar en el mundo del arte desde un lugar nuevo que es mostrar, compartir, intervenir, desde allí comenzamos un camino donde yo escribía y ella pintaba o agregaba alguna expresión plástica.

Nos llamaron para la agenda de la mujer en Carpintería, donde hay obras de mujeres, luego cuando tuve una cierta cantidad de fotos inspiradas en el monte, y como nos gusta “flashear” en grande hicimos una instalación y a partir de allí convocamos un equipo sentido y espontáneo: sobre todo a Rocío y Romi.

Comenzamos a trabajar inspiradas en la escritura, la fotografía y en el contacto singular de cada una con el monte serrano, con la mirada en lo imperceptible que está ahí esperándonos para ser visto y contado, es abrir una ventana a quien sienta el llamado. Ese desarrollo tardó poco más de un año, aparecieron otros artistas, cada uno desde su singularidad aportando sus magias: Martin Cristini con su paisaje Sonoro, Puchi García, un poeta maravilloso que nos regaló algunos textos para “Ojos bien descalzos”; y María Inés Lanfranchi, escritora de literatura fantástica. Ella nos ayudó con el nombramiento de los elementales serranos, a darles nombres a los seres mágicos que habitan en las sierras y que se dejan ver “solo ante los ojos bien descalzos”.

El colectivo artístico EntrecompasEs es arte colectivo, es la conexión de almas creando una misma pieza en conjunto. La obra va cambiando día a día, lo que hay en la casa del poeta es como una fotografía. Llegué a la provincia en un momento que me sentía triste en mi vida en la ciudad, había logrado lo educado: la familia, la casa, pero me sentía vacía, pensaba que había algo que no estaba bien, me dije “la vida no es acá”, agarramos las cosas con mi esposo y mi hijo Iuri, renunciamos a los trabajos y nos vinimos a Merlo sin nada, solo con un alquiler.

Siento que tengo una conexión muy grande con la sierra, este es el espacio donde mi ser empieza a manifestarse en su plenitud. Yo trabajaba de maestra jardinera, desarrollé además una técnica de masajes terapéuticos y estaba trabajando en eso. Soy acompañante terapéutica y lo hago a través de masajes y terapia de memoria celular, que sigo practicando actualmente.

Canto en un ensamble vocal, algo que hacemos en un espacio de autoexploración, en una escuela que se llama “El gimnasio de la voz”, es una búsqueda artística que nos abre espacios. Me gusta cantar en grupo, hay algo en la conectividad de las expresiones de cada ser que potencia una tercera forma, que es aquello que esta creado, que supera la singularidad a nivel vibracional y de frecuencia. Lo disfruto mucho, es algo que me vuelve a mí y que recibo, en este grupo de arte conectivo sucedió lo mismo pero con otro lenguaje.

Hay información guardada que no está en la parte consciente de los seres, al traer esa información nos da la posibilidad de saber por qué nos pasan cosas, y desde esa información saber cómo se puede vivir más acorde a nuestro corazón y más en paz con nuestro verdadero sentir. Ello requiere un equilibrio energético muy grande para mí, solo puedo atender dos personas por día, con mucho cuidado y preparación. En ese ámbito de caminar mucho la sierras nació la fotografía, es decir que el arte y la terapia están unidos, mucha de mi escritura tiene que ver con procesos de acompañamiento. Con las chicas nos pusimos un sueño alto como la Bienal de Venecia (se ríe), pero hay muchos sueños, sentimos que hemos recreado el monte de manera distinta, y que es una invitación a sentir este paraíso en el que vivimos.