Doris Lozada (*)

El asfalto corre rápido bajo el auto,
como río imparable a contramano.
Mis nudillos están blancos
apretados al volante.
Me fui del hoy, y no sé 
siguiendo qué estrella famélica de luz.
Atrás quedó el pasado 
que solo es…ayer.
Dolor y alivio,
lluvia y sol , 
gente y soledad.
Todo me coloniza como esponja.
Convergencias y construcciones 
que sostuvieron mi vida en silencioso alud,
ya son capítulos clausurados pero latentes.
Una curva más y asoma mi pueblo,
túnel del tiempo hacia mi presente.
Ojalá pudiera asistir al simulacro de mi muerte.
Verificar el orden de mis últimos pensamientos.
Saborear la sensación de sumergirme en mis entrañas.
Atravesar el vidrio de mi vida.

 (*) La palabra atraviesa mi vida como conjuro masoquista, eleva mis sentidos hasta la cima propia o a lo más hondo.  Atraviesa mis manos, transita el plasma hasta llegar a la celularidad más ínfima. Es mi aire, la sombra, el perfume, lo místico, amable y doloroso. Solo asisto a la transformación que ella imprime en mi esencia.