Reportajes

Nadia Liliana Martínez,06-11-2022

Soy Nadia Liliana Martínez,nací el 14 de agosto de 1991 en San Juan. Al año de mi nacimiento mi papá consiguió trabajo en San Luis, así que nos vinimos, me considero puntana. Mi infancia fue linda, fui a la escuela Mitre toda la primaria, y como actividad recreativa fui a una academia de tango, terminé el secundario en la Escuela Puertas del Sol.

Siempre me gustó la docencia, pero sobre todo me aboqué mucho al servicio, la ayuda del otro, siempre me gustaron mucho las ramas de las ciencias naturales, en especial lo que es biología, salud, me fui perfilando a ese lado hasta que me decidí por nutrición. Soy de la primera camada de la Universidad Nacional, recibidos en 2015. Cuando me recibí trabajaba en un comercio, por los horarios no me metía en un consultorio, entonces lo que hacía era nutrición a domicilio, aprovechando mis tiempos libres.

Cuando arrancó la pandemia el local cerró, y me metí de lleno, me dediqué más al consultorio, y sigo en la actualidad. Con la pandemia se acrecentaron los problemas que ya existían, se vio mucho el sedentarismo, no solo el aumento de peso, sino también cómo se revolucionaron en cuanto a las emociones, la ansiedad, depresión, y una modificación en los ámbitos alimentarios, al salir de la rutina había más “picoteo”. Antes de la pandemia hice unas materias que todavía están, como las diplomaturas en la ULP, una de las que me llamó la atención es la de “Coach en liderazgo emocional”.

Al principio pensé que me dedicaría a la nutrición relacionada a los deportes, nutrición de discapacidad, pero los mismos pacientes me fueron armando el camino, la mayoría tenían que ver con sobrepeso, obesidad, y siempre me llamó la atención cómo tomaban a la nutricionista como psicóloga, creo que es una problemática que se puede trabajar en conjunto, sería lo ideal.

La especialización me dio más herramientas, no hago el trabajo de psicóloga ni de coaching, pero sí utilizo las herramientas para que el paciente gestione mejor sus emociones, logrando que sea más consciente de lo que come y de lo que pasa por su interior. Por ejemplo, una paciente me decía que la iba a retar por haber comido un alfajor que le llevó su novio, debido a su tristeza. Ella sintió culpa, charlando me di cuenta que de chiquita cuando se sentía mal sus abuelos le regalaban chocolates, sola se fue dando cuenta de que inconscientemente las emociones van de la mano con la comida. Hizo ese “clic” y ahora sabe que no tiene que ir por la comida, y sí por otro lado.

El camino es hacerse cargo de la emoción, y no taparla o evadirla con la comida. Trato de trabajar con el paciente enfocándome en los alimentos reales, en lo más cercano a lo natural, no digo que tengan una huerta, pero sí que miren lo básico y natural en su heladera: huevo, carne, verduras o frutas de la estación. En lugar de comprar sopas instantáneas que hagan una buena olla casera de verduras y una vez tibia las fraccionen en frascos para utilizarlos después. Hay que abordarlo desde lo real y económico, cuando uno se quiere enfocar en su alimentación le demanda tiempo debido a que tiene que hacer todo casero.

Se usa de colación el turrón o las barritas de cereales que son altamente dañinas por el sodio, azúcar, grasa. Aconsejo hacer una buena mezcla con avena, frutas, leche, una vez salida del horno cortarlas en barritas tipo turrón o cereal y al freezer. Los pacientes se asombran al ver cómo se baja de peso sin consumir alimentos light, se parte de un mito de que la dieta es cara, es cara si se compran productos industrializados. Aconsejo comprar productos sueltos, casi todo lo que es snack suele tener sodio, entre aditivos y conservantes. En Internet hay mucha información y desinformación, hay dietas para descargar que a veces no están hechas por profesionales, se pone en juego la salud del paciente, cada uno es diferente, con diferentes problemáticas y maneras de encarar un tratamiento, depende de la actividad física o no.

Alguien que está en posoperatorio no es lo mismo que un deportista, te salteás la merienda o no cenás, se producen largos períodos sin comer que pueden despertar el hambre emocional o la ansiedad. Por el momento vivo con mis papás, tengo dos hermanas más grandes que tienen hijos así que soy la tía de la familia. Me quiero dedicar a lo que es psiconutrición, tiene que ver con los distintos trastornos alimentarios, nuestro país es el segundo  a nivel mundial, y lo grave es que cada vez ocurre en edades más tempranas.

Soy muy transparente y apasionada en cuanto a lo que hago, siempre voy al todo o nada, cuando voy al todo me la juego. Formo parte de la Asociación de Nutricionistas de San Luis que se dedica a difundir la actividad. Tengo mi página que se llama “Con Sustento”, con la idea de que el paciente se sienta contenido, que sienta el respaldo profesional, cuidando que el alimento que ingiere, lo sustente emocionalmente y nutricionalmente.