Reportajes

Franco Javier Herrera-18-12-2022

Soy Franco Javier Herrera, nací el 10 de septiembre de 1993, tengo 29 años, nací en la ciudad de San Luis, siempre en la zona de Pueblo Nuevo, por calle Martín de Loyola y Pasaje Zabala.

Solíamos ir mucho al campo con mi familia, específicamente en Navidad, recorríamos Potrero y El Trapiche.

Recuerdo que el Paseo del Padre no era peatonal como ahora, tampoco el Parque de Las Naciones.

No había muchos chicos en el barrio, nos juntábamos a jugar al fútbol, para ir a buscar amigos nos teníamos que ir a jugar al parque o a la Plaza del Cerro. La primaria la hice en el colegio Gobernador José Santos Ortiz del barrio Gastronómico, la secundaria la cursé en el colegio Martín Miguel de Güemes, y terminé la nocturna en la Escuela Belgrano.

En mi familia no hay músicos, cuando era chico conocí a un amigo, en los grupos de la iglesia católica, que tocaba la batería, me empecé a juntar con él y me metí en la percusión, la batería, sentía que tenía que aprender.

Un momento que recuerdo fue cuando el profesor de música nos dio la tarea de crear instrumentos caseros, saqué la idea de un amigo que tocaba en una murga, con tachos de pinturas fabriqué una batería, aprendí lo básico, a separar golpes, hasta que me compré mi propia batería a los veinte años.

Aprendí a tocar y recién a los veinticinco años empecé a estudiar, en cursos como el que dictan en el Centro Cultural José La Vía, lo que es teoría musical y también rock.

En casa se escuchaba folclore, cuarteto, lo que le gustaba a mi viejo y a mi madre, incluso el tango, pero no me animaba al folclore.

En 2019, me llamó Julián Casilla convocándome como percusionista para una banda folclórica, me animé al bombo, a la batería, pasó la pandemia y no pudimos continuar, me sumé a los chicos de Destino Cuyo últimamente.

Conocí a Melina Torres, la cantante del grupo, que vive cerca de mi casa, empezamos a estudiar en la universidad, yo arranqué con el profesorado de música popular y latinoamericana, ella estudiaba producción. Me sumé, probé y está muy bueno lo que estamos haciendo.

También estoy con un amigo Leonardo Robledo, es un proyecto solista que tiene donde hacemos rock, hemos grabado en la Casa de la Música.

Estoy dentro del ensamble mayor de la ULP, ensayo los días viernes. Tengo una base de punk desde chico, pero trato de no ser cerrado, de explorar, cada estilo tiene su lenguaje.

A los artistas conocidos se les aceptan las renovaciones que hacen sobre un género, nosotros buscamos algo que renueve, no sé si es bien visto, pero es lindo enfrentarlo, es una aventura, es algo positivo.

Me gustaría recibirme como profesor de música, es una linda herramienta para transmitir lo que uno siente, sueño con tener mi propia academia musical, armar un disco, algo que deje mi marca dentro de la música.

Me gusta lo que hace el baterista de Los Nocheros, Palín Sosa, como mezcla parte de rock con el folclore, además Divididos que tiene bases folclóricas, es increíble cómo se puede fusionar sin límites.

Mi familia está compuesta por mi hermano mayor Gonzalo de 31 años, mi padre Gustavo David Herrera de 54 años y mi madre Norma Tovar de 69 años.

Todo en la vida se puede, siempre hay que probar algo nuevo, la música trasmite emociones, sentimientos, y me ayudó a ser crítico y construir, a reflexionar sobre la realidad, hay que dejarle siempre una puerta abierta a eso nuevo que viene.