Reportajes

Charly Braile

Entrevista realizada en MARZO DE 2014

Mi nombre es Charly Braile, tengo 52 años; soy vestuarista de televisión, cine y artes gráficos. Nací en Vicente López, Buenos Aires. Mis padres se llamaban Manuela y Nicolás. Mis hermanos: Alejandro, Helena (que es mi melliza) y Rosa. Todos andamos haciendo patria en diferentes provincias, pero la maternidad de Santa Rosa de Vicente López nos vio nacer. (Sonrisa). La vida nos va llevando por caminos que elegimos transitar.

Vengo de una familia clase media muy laburante. En mi infancia vivíamos en el límite con el campo, a eso le llamábamos “jugar en el campito” donde cazábamos mariposas, perseguíamos cabritos. No teníamos luz ni teléfonos y sin embargo éramos felices. Esto parece antiguo, pero no pasó hace tanto, sólo que ahora todo es más vertiginoso. Antes, si querías comunicarte con alguien agarrabas la bici y lo ibas a visitar. Recuerdo mi papá escribiéndose cartas con su hermano de Italia, era más genuino, era más tracción a sangre, nos pasaban otras cosas. De niño tenía una deuda: que me regalaran un Topo Gigio, en esta Navidad me lo regalaron y son cosas que te van sanando, te sana el espíritu, te sana la niñez. (Suelta una lágrima).

A los 14 años ya cosía ropa y diseñaba, a los 15 me ganaba la vida con eso. Recuerdo pararme horas en la puerta de Canal 7 por si alguien me veía, para pedir trabajo. Nunca lo lograba, (risa). Un día, alguien me vio, un gerente de televisión me dijo: “Yo te voy a hacer entrar” y luego dijo una frase que marcaría mi vida: “La primera puerta te la abro yo, las otras son tu responsabilidad”. Nunca más me fui de la televisión.

El primer trabajo, fue una novela holando-estadounidense, que se grababa en Buenos Aires e iba para todo el mundo, teníamos que hablar un poco en inglés, un poco en holandés y un poco en español. Fue una experiencia a fuego. Porque había que lograr la conexión con esas culturas y luego cambiarlo.

He trabajado con casi todos, por ejemplo en series o unitarios como “Los cuentos de Fontanarrosa”, pasaban muchos elencos: Enrique Pinti, Atilio Veronelli, Luis Machín, Franccela, Ulises Dumont, Mirta Busnelli, Lidia Catalano, Tina Serrano, Rubén Rada, Gabriel Goity, Daniel Fanego, Roly Serrano, Hilda Bernard, Maria Fiorentino, Lola Berthet, Norma Pons, Daniel Aráoz, Coco Sily, Marcos Mundstock, Jean Pierre Noher, Héctor Bidonde, Alejandra Darín, entre otros. Gente grosísima.

Trabajé con telenovelas, en muchas de Estevanez. Con Echarri, con Duplaá, gente amiga, con “La Borges”, que es una grande, también. Veía “Malevo” en blanco y negro, en casa de un vecino y un día tuve que trabajar con Bebán (Rodolfo), cuando abrió la puerta pensé “es Malevo”, (carcajada). Entre los últimos desafíos, menciono la novela “Dulce Amor”, “Tu cara me suena”, ahora estamos haciendo la segunda parte. En verano realicé vestuarios para “Viviendo con las estrellas” de Polino (Marcelo).

Mi relación con San Luis comenzó en 2006, como vínculo laboral, la puerta se abrió desde San Luis Cine, primero con la inauguración del Set de Cine, luego trabajé en la telenovela de Andrea del Boca: “Sálvame María”, luego con la película “Ni Dios, ni patrón, ni marido”.

Inauguramos el estudio, el set de cine, la proyección era hacer 4 estudios y crear fuentes laborales. Quedé atrapado entre ese proyecto laboral y me enamoré de San Luis. Pude armar un equipo con un intercambio interesante. Reemplacé también al señor Guillermo Blanco cuando enfermó, siguiendo sus pasos como vestuarista.

Trabajar en vestuarios, implica que al leer los personajes, yo soy todos los personajes, genero identidades, desde la construcción, los colores. Una vez que lo visualizás, después marcha solo, es como tener el guardarropa de tu casa, se los armás, cuidás que no lo repitan y ellos aportan su toque. En San Luis una tienda promocionaba: “la ropa que usan las Bandi de Dulce Amor”, (risa), se producen esas identidades de moda.

Me defino como un soñador y un romántico, tantos años leyendo guiones, (carcajada) me hace ver la vida de forma novelesca. Disfruto de escuchar música tranquila y leer.

En la vida me sorprenden una pareja de viejitos de la mano y en el trabajo los egos, trabajo mucho sobre el entendimiento del ego, con el ego del artista es con quien se conversa, entender el mimo y halago que necesita. En eso hay que buscar el equilibrio, sino la situación te come.

Hoy San Luis es mi lugar en el mundo, me compré la casita en la montaña como siempre soñé. Trabajo en Buenos Aires pero éste es mi hogar. Quiero envejecer aquí, éste es mi refugio en la tierra. Abrir un hostel, recibir gente. Aquí me calmo de la vorágine de allá, donde todo es para hoy, en cambio aquí, puede ser para mañana.

Quisiera enseñar lo que aprendí, porque si tenés un don, es para compartirlo con quien quiera aprender.