Victoria Daiana Miranda,12-02-2023
Mi nombre es Victoria Daiana Miranda, nací el 4 de septiembre de 1996 en la ciudad de San Luis. Crecí con mi madre y seis hermanos, frente al barrio José Hernández, por la calle Falucho. Me hacía cargo de mis hermanos, mientras mi madre trabajaba. Jugaba al vóley en la escuela en horarios de clases, al fútbol lo descubrí de grande, ya con veintitrés años. En ese momento no había divisiones inferiores de fútbol femenino, la nena tenía que estar con las muñecas, sino te decían “marimacho”, la pelota era para los varones, lo nuestro eran los jueguitos de cocina y hacer otra cosa era mal visto. Muchas veces me escapaba de mi casa a jugar con los chicos del barrio, cuando llegaba mi mamá disimulaba como que estaba jugando a las escondidas (se ríe).
Nos fuimos a vivir al Barrio 500 Viviendas Sur, allí una amiga me invitó al Club Serranías, donde se practicaban varios deportes, uno era el fútbol femenino, que al principio no me convencía mucho. Un día fuimos y entramos en calor, practicamos un poco y al día siguiente me llamaron para integrar el equipo, fue la primera vez que jugué al fútbol. Arranqué con problemas porque me lesioné en el primer partido, me fisuraron el dedo gordo, y dejé de jugar por seis meses.
Volví a la actividad deportiva jugando en campeonatos barriales de fútbol femenino, hasta que me invitaron a integrar el equipo de fútbol de salón de Bosteros de San Luis, fue Mónica Ochoa quien me convocó. Fui a probar y me encantó, eran todas muy compañeras, y me enseñaron muchísimo, fue donde más aprendí. Todos me dicen que nadie tiene mi altura y mi cuerpo grande, lo que me sirve para aguantar bien la pelota, abro los brazos y no pasa nadie. Generalmente sufro más faltas de las que provoco, porque apenas toco a otra jugadora, me sacan tarjeta amarilla.
Al tiempo me fui, porque no tenía muchos minutos en cancha, me invitaron a jugar en “El Rosa Futsal”. Estuvimos en un campeonato completo, llegando a la semifinal, dimos buena pelea. El Futsal es un deporte muy duro para el cuerpo, una caída provoca daños y además agota el ritmo de juego.
Como pertenezco al Plan de Inclusión Social, me enteré de que se estaba armando el equipo, me llamaron y me gustó. Al mismo tiempo seguía jugando en el Rosa, pero no me daba el cuerpo, así que a mitad de año decidí quedarme jugando fútbol once, en el equipo de Desarrollo Social. Arrancamos el campeonato de la liga que nos costó muchísimo, hubo cambios de profesores al poco tiempo, tuvimos que adaptarnos al DT nuevo, pero todo salió muy bien, terminamos campeonas, hoy estamos en la B del Fútbol Femenino de la liga local. Fue muy duro pero hermoso, algo que nunca viví, gente muy compañera, con entrenamientos diarios, nada que decir del club.
Juego de nueve, en el campeonato hice varios goles, aunque no salí goleadora. El gol más lindo fue contra el equipo P8. Mi capitana siempre me decía cómo tenía que atacar y presionar para llegar a la pelota. Me había dicho que la arquera a veces perdía la pelota al ponerse nerviosa. Era un partido muy importante en la búsqueda del campeonato.
Nunca había hecho un gol de zurda, estaba muy feliz, me re gustó porque puse en práctica lo que me habían dicho, salimos todas gritando y el gol quedó grabado en video por el hijo de una compañera, lo tengo guardado. En ese encuentro íbamos perdiendo uno a cero, fue el gol del empate. Otro equipo duro fue San Luis Fútbol Club, con quienes perdimos el primer partido tres a cero. Salimos muy mal de ese partido, pero en el encuentro de vuelta en Victoria tuvimos revancha y ganamos, fue durísimo.
Nunca tuve apoyo de mi familia en el fútbol, sí mi hijo de diez años me pregunta siempre cómo me fue. Mis dos amigas, mi pareja, y una vecina van a verme siempre y gritan desde la tribuna (se ríe). Son quienes me alientan permanentemente. Me considero alguien súper sensible, para mí todo es amor.
Debe ser por lo que pase en mi infancia, varias cosas me han dejado traumada, que hasta hoy me sigue afectando, principalmente el hecho de que mi padre no esté, y que mi madre afrontó esa situación. En la cancha soy otra, tengo personalidad fuerte, la que más pelea y grita, hasta que termina el partido y todo queda en la cancha. Mis compañeras me dicen que soy la vocera del equipo. En una oportunidad estuvieron a punto de cobrarnos penal y llamé a mis compañeras al borde del área para que no lo cobraran, fue como un motín, gracias al Semanario por esta nota.