Reportajes

Aldo Gabriel Calderón Santander,23-04-2023

Soy Aldo Gabriel Calderón Santander, nací en San Luis el 25 de mayo de 1972. Actualmente vivo en Nogolí, me considero parte de este pueblo dado que mi esposa, Claudia Olguín, es nativa de la Villa. Nuestro hijo se llama Juan Andrés, soy hijo de Aldo Nazario Calderón y María Lucrecia Santander, y hermano mayor de Lorena Calderón. Transité en mi niñez un sinfín de anécdotas y vivencias que me hacían un niño feliz y sin miedo a lo desconocido.

Compartí parte de mi niñez con mis abuelos por parte de mi madre, Demetrio y Marta, y de parte de mi padre, Nicolás y Blanca. Ellos fueron quienes me enseñaron, aparte de mis padres, el valor de la vida y el cuidar las cosas materiales porque cuesta conseguirlas. También, y sobre todo, los buenos modales, pero yo aprendí a medias.

En esos tiempos tenía varios amigos, mi mejor amigo era Mario, le decíamos “conejo”, con él compartí los mejores años de mi niñez por la sencilla razón de que éramos unidos en las fechorías sanas, como robarle frutas a su abuelo don Mamerto.

En el basural, lugar donde la mayoría de la gente por su condición pobre asistía para buscar elementos para reciclar y después vender, montamos una empresa donde juntábamos vidrio, hierro o lo que nos pudiera comprar la chacharita.

En el año 1977 nos entregaron la casa en el Barrio Sucre, donde me alejé de aquellas cosas hermosas que habían marcado mi niñez. Conocí otra vida y nuevos amigos, desde este punto de vista de la vida comprendí que teníamos todo y no nos dábamos cuenta de la felicidad y la inocencia de ser niños.

El trompo, el barrilete, las carreras de autos plásticos en medio de la calle, el partido también en la calle hasta el anochecer, que finalizaba con “¡El último gol gana!”. Recuerdo la canchita de los Lucero, los atardeceres y a un costado, el viejo Mateo, persona grande para nosotros que compartía las tardes a puro fútbol.

Hice la primaria en varias instituciones, seguramente por mi mal comportamiento, porque ideas de estudiar me sobraban, pero no las aplicaba. También pasé tres establecimientos secundarios, estudios que finalicé tarde, pero terminé al fin. Paralelo a esos años de liberalismo me llamaba mucho la atención la escritura, sobre todo los cuentos nativos.

Tuve una muy buena amiga que me dirigió hacia esta faceta, que me permitió expresarme y volcar en algunas páginas memorias orales de mis abuelos y padres, ella se llamaba Delia Gatica de Montiveros. Posteriormente me di cuenta de la inmensa mujer que era en la literatura puntana. Seguí su ejemplo y comencé a escribir cuentos y leyendas del acervo puntano. En la convocatoria “Polo Godoy Rojo” gané con el cuento “La sequía” una mención especial para ser editado en una antología.

En otra convocatoria organizada por la Municipalidad de San Luis mis dos poemas “Mi loca linda” y “Todos tenemos un muerto en el placar” fueron seleccionadas para publicar en su antología. Mediante una convocatoria de San Luis libro en el 2014 gané la publicación con “Bienvenidos a Nogolí” mientras trabajaba de mozo en diferentes restaurantes y hoteles de la ciudad.

El tiempo quiso que cambiara de rubro e ingresé al poder judicial, hoy cumplo funciones coordinando la Sala de Mediación de Nogolí. Me cautivó la zona y comencé a investigar, me llamaba la atención su belleza y su historia, que a cuenta gotas y oralmente trascendía a lo largo del tiempo, como así también gente importante con proyección nacional como lo fue Juan W. Gez o Lucero Riera, primer maestro nativo de la localidad, y doña Tecla Funes, tejedora.

Avancé en varios puntos importantes con esta investigación, encontré una valiosa carta en la que se detallaba la delimitación del pueblo. A través de la Cámara de Diputados de la Provincia se ha trabajado para determinar la fecha de fundación de Nogolí, en 1868. Hoy estoy terminando un libro de investigación histórica, después de doce años en confeccionarse, donde se rescata la memoria del pueblo, los sucesos y acontecimientos a lo largo del tiempo, y su proceso de transformación, todo avalado por documentos del Archivo Histórico Provincial. Acabo de presentar la publicación llamada “Nogolí, un encuentro con el pasado”, además otro libro que se llama “Los Aquelarres de San Luis”, ya finalizado, pero aún no publicado. En el museo de la Poesía de La Carolina se encuentra mi remembranza llamada “El Hombre Dice”.

Mi lugar en el mundo lo encontré en este pueblo, donde voy a envejecer y dejar una linda huella en su historia, como así también documentos para quienes se quieran interiorizar sobre nuestro pasado.