Por Alejandra Neme

Hilaria era una ciudad especialmente abrigada, estaba rodeada de palos, como un fortín olvidado. Allí vivían mujeres que hilaban y deshilaban la trama invisible de la historia de aquel pueblo.

En el centro de la Plaza Mayor, se tendía un gran telar, tensado entre un árbol y las cinturas de las mujeres. Una vez preparada la urdimbre, se entrecruzaban los hilos de la tierra formando un singular diseño, una fuerza alarmante, una rebelde inocencia, una figura inconclusa en cada casa, en cada huerto.

Las mujeres hilaban bajo la sombra de las memorias familiares, de un cielo infinito espejado en los techos. Ellas sabían que en sus manos circulaba la sangre de los pueblos ancestrales. 

Se tejían a sí mismas para revivir una identidad perdida y cada cuerpo expresaba, lo que el corazón, silenciosamente, les marcaba.

(*) Soy Alejandra Neme, mi pasión es la fusión entre la docencia y la psicología. Mi alegría, contemplar la vida que crece. Silenciosos Incurables es mi espacio lúdico compartido y atemporal.