Reportajes

Gabriela Eugenia Baraco-02-07-2023

Mi nombre es Gabriela Eugenia Baraco, nací el 14 de febrero de 1972 en Villa Mercedes. Allí viví toda mi infancia, en la Calle Angosta. Mi papá era comerciante, tenía un negocio, mi mamá ama de casa, en la primera etapa de mi infancia me crié allí, en ese momento una zona bastante solitaria. Así también fue mi vida, con muy pocos amigos, un par de vecinos y nada más. Tuve una infancia bastante contemplativa, me sentaba en la vereda a mirar cómo pasaban los trenes, mi mayor aventura era llegar hasta la pasarela y cruzarla. Me encantaba ver desde la pasarela cómo pasaban los trenes por debajo. Lo único que hacía fuera de la escuela era patinar, me iba a la estación de trenes y a la plaza. Fui a la escuela Vicente Dupuy, al salir, como me llevaba los patines en la mochila, me quedaba un rato patinando y después me iba a mi casa. 

Al terminar el secundario empecé a estudiar contador público, que nunca terminé, porque conocí a alguien, me enamoré y me vine a vivir a San Luis. Me casé, tuve mis niños: Florencia y Franco, al poco tiempo quedé viuda, mi vida cambió de forma radical, me enamoré de San Luis y me quedé. Comencé otra etapa, caracterizada por trabajar y dedicarme a la crianza de mis hijos. De todos modos tenía un emprendimiento, que ya había iniciado en Villa Mercedes, una marca de ropa deportiva, que había suspendido, pero después al quedar viuda empecé de nuevo, dedicándome varios años al diseño y la producción de ropa deportiva. Tenía un taller en mi casa, con una empleada, y un negocio de venta al público.

Estaba todo en casa, porque quería trabajar cerca de mis hijos. Por la tarde daba clases de yoga en un gimnasio propio, así fue hasta el año dos mil veinte, cerré el gimnasio y el taller. Cambió todo de nuevo, sentía que ya estaba cumpliendo con esa etapa, estaba estudiando coaching, estudiando y certificando en 2020, y la verdad fue un antes y un después. Me hizo verme en este cansancio, de muchos años en esa actividad, tanto en el taller como en el gimnasio, me estaba sintiendo muy agotada, viendo cómo me puedo superar, qué más puedo hacer, tener una mejor calidad de vida, siempre pensando en progresar. En 2018 fui al espacio depurativo de Néstor Palmetti, donde me formé como terapeuta colónica, viví la experiencia de diez días en un proceso de depuración corporal, basado en alimentos sin cocinar, que es el alimento fisiológico que corresponde a nuestra fisiología permitiendo la desintoxicación.

Observé una transformación no tanto a nivel físico, pero sí a nivel mental, empecé a escuchar mi cuerpo, a ser más sensible, lo que me permitió verme y desde ahí elegirme. Preguntarme: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, ¿Por qué estoy viviendo así?, ¿por qué contesto así?, verme con esa sutileza claramente me cambió la forma de vivir. Conjugué el coaching, como objetivo la transformación del ser, realizando acompañamiento a las personas para que a través de una limpieza hepática profunda, se generen nuevos hábitos, un cambio y aumento de la conciencia de las personas. 

Desde chiquititos nos inculcan la competencia a través de la nota que te tenemos que sacar en la escuela, a través de la comparación, lo que nos empieza a poner como un estado de alerta y con una mirada hacia el exterior lo que hace el otro, lo que me dice, en consecuencia actuar para que el otro me acepte, para que el otro me sonría. Nos dejamos de sentir, nos dejamos de escuchar, dejamos de confiar en lo que nosotros sentimos realmente, nos reprimimos y vivimos en función de lo que los demás quieren y nos desconectamos de lo que realmente necesitamos.

El resultado de esa experiencia de desintoxicación es que cada uno va a generar su propia transformación, unos más, otros menos. Detrás de la comida hay un mundo, que es lo más importante. No somos el cuerpo y la mente separados, somos todo junto, teñidos por el estado de ánimo, como si fueran nuestros anteojos que nos permiten ver el mundo. Entre el intestino, que se lo considera un sistema nervioso aparte del sistema nervioso central, se comunica con el cerebro a través del nervio vago, de diez comunicaciones que existen entre el cerebro y el intestino, nueve son del intestino hacia el cerebro. Muchas veces estamos en alerta por lo que pasa en nuestro interior y no tanto por lo que nos pasa afuera. Las técnicas son aprendizajes de herramientas que se pueden usar cuando hay ataques de pánico, ansiedad, tristeza, la idea es despertar la curiosidad por autoconocerse e investigar y saber lo que me gusta, lo que me da paz y tranquilidad. 

Un sueño por cumplir sería escribir todas estas experiencias de grupo, de casi dos años, con testimonios y aprendizaje propio. Si me plantean un por qué lo hago, es debido a quienes fallecieron de cáncer en mi familia, como mi papá y mi marido, hay mucha intoxicación que no vemos y genera enfermedades, por eso tuve ganas de hacer una gran investigación de conocimiento y autoconocimiento.