La Aldea Antigua, La Aldea y el Mundo

Instructora de niñas casaderas

La Opinión, julio de 1923

¿Puede enseñarse el matrimonio como si fuera una lección de geografía o de gramática? He aquí lo que al respecto opina Mrs. Theodore Parsons, que próximamente inaugurará en los Estados Unidos un colegio para enseñar a los jóvenes yanquis “el juego del matrimonio”.

“Abriré un colegio para enseñar el casamiento. No hay ninguna sola joven que no desee casarse. Es esa la finalidad hacia la cual tienden todos sus preparativos culturales, sus cuidados físicos, sus ansias de aparecer adecuadamente vestidas ante el mundo y, en fin, todas sus acciones. 

Esta verdad es axiomática y siéndolo no puedo comprender por qué no hay cátedras en las cuales se enseñe todo lo relativo con el matrimonio, como las hay para la enseñanza de materias completamente inútiles para la mujer”.

“En los actuales tiempos de especialización, es raro que nadie haya pensado en desarrollar este aspecto tan humano de la enseñanza. Seguramente los resultados del matrimonio en casi todos los casos son elocuente prueba de que un aprendizaje previo es muy conveniente”. 

“Considere el lector todos los casos de casamiento que conoce entre sus amigos. Se acordará cuando, en los primeros días del matrimonio, todo era amor entre los firmantes esposos. Estos se consideraban más fuertes que la fatalidad y el destino. Y, sin embargo, uno, dos, o tres años más tarde, uno de ellos o los dos ansían con toda el alma el divorcio que habrá de darles nuevamente la libertad.

En la mayoría de los casos, los motivos en los cuales se basa el pedido de divorcio son falsos. Ninguno de los dos podría contestar categóricamente cuál es la razón especial por la cual pide la separación. Y generalmente lo resumen todo en una frase ya vulgar: ‘incompatibilidad de caracteres’”.

“Pero entrando en la parte práctica, lo primero que habré de enseñar a las jóvenes es la manera de atraer a los hombres. Y espero que habré de tener más alumnas entre las que ya tienen novios que entre las jovencitas que nunca los han tenido. La belleza física puede atraer a un hombre, pero no lo retiene mucho tiempo”.

“Otra de las cosas que habrán de aprender mis alumnas es el feminismo: ser femeninas, en alto grado, sin los romanticismos cursis de otoño, pero también sin las maneras hombrunas de las mujeres de hoy en día.

Mi curso encerrará también amenidades sociales, mantenimiento del hogar, decoración interior cocina y demás quehaceres. 

Mi curso habrá de revolucionar las prácticas usuales en el matrimonio, y estoy segura de que con él habré de hacer un bien incalculable a la humanidad”. 

Hasta aquí la señora Theodore Parsons. Nosotros encontramos sumamente interesantes los propósitos de esta futura “instructora de niñas casaderas”, pero creemos que la mejor lección para una joven que está por contraer enlace debe partir de la madre, a quien la experiencia y el cariño la convierten en la mejor e indiscutible maestra.

Joven pareja en Berlín, Alemania. 1920