Reportajes

Ana Carina Valdés Véliz- 09-07-2023

Mi nombre completo es Ana Carina Valdés Véliz. Nací en San Luis y tengo pocos familiares, solo dos primos, una prima política y la madre de mis dos primos. Después, todos mis familiares son de Chile. Amo mi provincia con toda el alma. Nací en el barrio Unión, zona sur. Allí, mis padres compraron en su momento un terreno, y hoy vivo a cinco cuadras porque tuve la posibilidad de recibir un terreno cerca. Así que vivo en el barrio Estrella del Sur. 

Trabajo en la Municipalidad de San Luis. Siempre me he manejado de manera independiente. Cuando me mudé a mi casa había empezado con crisis de pánico, saliendo de la pandemia. Las fui manejando y comencé a ensayar en la iglesia cristiana evangélica. Luego, junto a un amigo, ensayamos otro tipo de música. Él se había comprado equipamiento para grabar. Me dijo que necesitaba alguien que cante para probar. Le dije que no cantaba, pero como era para probar, accedí. De esas grabaciones salió “Endúlzame los oídos” de Patricia Sosa, “La playa” de la Oreja de Van Gogh y otro tema de Mon Laferte. Como resultado, lo escuchó una compañera y lo mandó al grupo del trabajo. Allí, otra compañera que trabajaba en radio lo llevó. Me invitaron a cantar en vivo. Otro chico me recomendó a otra radio. Así fui entrando en el ámbito de la música. 

Comencé con música melódica, rock nacional, y terminé en cumbia y cuarteto, que es lo que más hago, porque es lo que se pide. Cuando la gente sale, disfruta un show mayormente bailando. Canto en pubs, parrillas y al momento de cenar van bien los temas melódicos, pero después todos quieren bailar. Me fui adaptando porque cada canción tiene su estilo, tanto personal como la expresión corporal, que es lo que más cuesta. Hay que entrar en cada tema, hay que expresarlos a cada uno con su estilo, no es fácil. Yo era amante de la cumbia, me habían denominado “la puntanita de la cumbia”, así que me costó un poco.

Hago algunos personalizados tipo bags, de cantantes chilenos, que quien lo escucha me ha felicitado porque son temas de letras muy profundas. Rescaté algunos temas viejos, uno se llama “Siempre tú”, de los años ochenta, anteriormente hecho por la banda Manto Verde aquí en San Luis. Tengo un productor, un músico de primera que es Juan Diego de Feedback, él se dedica a la música de los ochenta y noventa. Lo último que hicimos fue “Flowers”, no hay versión cumbia, en la suya una parte es cuarteto y otra es un mambo, sin dudas es un gran músico.

Cuesta mucho sacrificio vivir de la música, tener actuaciones, comprar los equipos, muchas veces no alcanza para hacer gastos e inversiones, es decir, es puro amor al arte. Tengo conexiones familiares con el arte, como un tío por parte de mi mamá que cantaba en un circo, por parte de mi papá, primos y tíos que hacían rancheras, por ejemplo. En casa costó un poco la aceptación de dejar la música cristiana, explicando que nunca dejé de cantar con mucho cariño, sin mala intención y esperando que Dios me acompañe en todo momento. 

Para mí lo que hago es un don porque nunca estudié. Recién a los veinticinco años pude pagar un curso de canto. A los seis años deseaba ser cantante, siempre fue mi sueño. Tengo oído musical para saber si estoy en tono o no. Mi sueño pendiente es aprender a tocar bien el teclado. Me exijo mucho con las letras, no subo al escenario sin aprenderlas bien, no me gusta leer sobre el escenario o llevar el celular con la letra. Soy muy crítica de eso. Creo que memorizar la música y la letra es un ejercicio que el artista debe hacer. La memoria vocal no aparece si uno está leyendo la letra, difícilmente uno se acuerde de los arreglos de la voz. 

Hoy se usan los efectos, las distorsiones de voz, algunos para que no se noten los cortes cuando no se llega con el aire, por falta de práctica o desarrollo de musculatura. No estoy de acuerdo. Cuánto más vale el que realmente se esfuerza y se puede escuchar su voz a capela y lograr atrapar al público… Los temas melódicos mandan al frente al verdadero cantante o el que no lo es. Su capacidad de aire, cuán arriba llega, cuánto sabe manejar su voz de cabeza, de pecho, ahí se ve al verdadero cantante. 

Trabajo en un refugio para las mujeres que sufren violencia de género. Hace tres años que estoy y he aprendido muchísimo, que me ha servido para la música, primordialmente aprender a defender lo que me gusta. Hay mucha violencia en toda la sociedad, hay mujeres y hombres maltratados. Aprendí a no callar, por el deseo de cantar. Hoy en día no, formé mi carácter. Mi papá falleció en el año 97, y quedamos ahora con mi mamá Rosa Veliz. Ella formó familia con Fabián Tejada y hoy tengo una hermana que se llama Giuliana Tejada y su marido. Tengo mi hijo de ocho años llamado Ian Pier. Creo mucho en la conexión con la gente. Siempre busco atraparlos, animarlos y que se sientan muy bien. Es muy importante la relación que uno desarrolla en el escenario con la gente.