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¿Cómo morían las brujas?

Una noticia de 1923 rescata documentos franceses sobre la ejecución de brujas en Montheliard. El pago a los ejecutores y un supuesto gesto “humanitario” en las condenas

La Opinión, agosto de 1923

Buscando en los archivos municipales de las antiguas ciudades de Francia, Alemania y España, se encontraron documentos muy curiosos y muy instructivos para la historia de la brujería. Pero desgraciadamente pocos trabajos de ese género se han hecho aún.

En los archivos nacionales de París se encuentra una colección de documentos relativos a la brujería de una sola ciudad, Montheliard, que era entonces villa de imperio. Se sabe, por estos documentos, que sería sin dudas muy interesante publicar que la justicia del imperio vigilaba y castigaba las brujas, también como la justicia del rey de Francia o de la Inquisición.

Desde 1617 a 1620 fueron quemadas 12 brujas.

He aquí la fórmula de la sentencia de una de ellas en 1618.

“En nombre de Dios se condena a Petra por sus sortilegios, blasfemia y apostasía y otros crímenes y delitos, de los cuales está convicta y confesa, a ser entregada en manos del ejecutor de la alta justicia para que, por él mismo, en el sitio acostumbrado a castigar a los malhechores, sea quemada viva y su cuerpo reducido a cenizas, condenándola en costas y declarando el valor de sus bienes confiscados en provecho de Su Alteza”.

«Vuelo de brujas», por Francisco Goya. 1798

La cuenta del ejecutor no se elevaba a un precio considerable, como puede verse por las cifras siguientes:

“Por los trabajos de haber aplicado la difunta Ricarda Jappy el tormento, para cuyo efecto he tenido que dirigirme expresamente, y parar tres días enteros en Blamont, 9 francos.

Por los mismos trabajos del señor Ejecutor, que fue otra vez a Blamont con objeto de dirigir, poner y aplicar dicho tormento a la señora Ricarda, 3 francos.

Por sus derechos y trabajos de haber quemado y reducido a cenizas el cuerpo de la señora Ricarda: 3 francos”.

En el margen se encontraba la palabra “nihil”, y considerando el Consejo los precios demasiado elevados, decidió: “En adelante el ejecutor tendrá cuatro francos para sus gastos cuando haya ejecuciones de muerte y para las penas de argollas, látigo y aplicación de tortura, 2 francos”.

En suma, por un proceso de brujería, todos los gastos de justicia y todos los derechos se elevan a Montheliard en 1620, a la suma de 360 francos aproximadamente. Las ejecuciones continuaron hasta 1660, aun cuando por aquella época las costumbres se “dulcificaron” algo.

En 1656, se condenó una bruja llamada Teobaldo de este modo: “Prefiriendo la misericordia al rigor del Derecho decretamos, como medida de moderación, que sea decapitada”.

En 1651 hubo una condena a ser tostada y quemada viva, reduciendo su cuerpo a cenizas, pero decidieron, arrepentidos de sus crueldades, conceder la autorización de recibir antes el santo Sacramento de la Comunión.

A partir de 1660, en cuyo año fueron quemadas 2 Brujas, no hubo en Montheliard ejecución capital por el crimen de brujería.