TOPALOV EN LA CUMBRE
Recordamos noticias del Campeonato Mundial de Ajedrez, que el búlgaro Veselin Topalov, obtuvo en San Luis, en octubre de 2005. La organización de este evento consagró a la provincia como capital nacional del ajedrez
Se lo veía un poco más pálido que de costumbre, había levantado la vista unos 30 grados y había apoyado la espalda contra la silla, pero mantenía los ojos viajando hacia la mesa y ahora dialogaba, podía hacerlo, con el hombre que tenía enfrente.
Menos de un minuto atrás la sala había estallado en aplausos, los fanáticos se habían incorporado de sus butacas y comenzaron a rodear la mesa para felicitarlo. La seguridad se mantuvo impecable y respetuosa, nadie que no tuviera nada que ver específicamente con el torneo podía trasponer el cordón blanco que separaba a los que hacen historia, de los que miran como se hace.
El hombre, nacido hacía treinta años en Ruse, Bulgaria; delgado, con una pequeña barba candado que le remataba el mentón, acababa de entrar en la historia. En una sala contigua, el recuerdo de José Raúl Capablanca, Alejandro Alekhine, Robert James Fischer y Tigran Petrossian, habían sido custodios de su sueño durante veintidós días. Fue el más preciso sobre el tablero, el más agresivo, el que jugó a ganar cada una de sus partidas. Grande entre los grandes, la corona que empezaba a calzarse sobre la cabeza tenía un destinatario preciso.
Eran las 20:21 del 13 de octubre de 2005, el lugar, Potrero de los Funes, en la provincia argentina de San Luis, el protagonista Veselin Topalov, nuevo campeón mundial absoluto de la FIDE. El título de Topalov, llegó luego de trece rondas, sobre catorce, del que periodistas de todo el mundo calificaron como el torneo más competitivo de las últimas dos décadas.
Los nombres que se hicieron presentes en Potrero de los Funes, preanunciaban una batalla colosal y eso fue lo que se vio. Además de Topalov la cita reunió a Viswanathan Anand, Peter Leko, Judit Polgar, Peter Svidler, Alexander Morozevich, Michael Adams y Rustam Kasimdzanhov.
Precisamente Kasimdzanhov, llegaba como el campeón reinante de la Copa del Mundo y si bien a priori, no aparecía como uno de los más firmes candidatos (privilegio reservado a Anand y Topalov), demostró que estaba en condiciones de luchar contra el que estuviera enfrente para defender lo que había conseguido. Su juego tuvo chispazos del nivel superlativo que detentan los jugadores de elite, la juventud y este tipo de competencias podrán convertir a Rustam en un sólido candidato para cualquier torneo.
En esa decimotercera jornada, sexta de las revanchas, a Kasimdzanhov le tocó en suerte ser el que le entregara el medio punto que necesitaba Topalov para proclamarse; pero ese medio punto lejos estuvo de ser una mera formalidad. Como en cada una de las fechas y en cada uno de los tableros, había deseos de triunfar con blancas y con negras. La partida entregó dominio del uzbeco en algún momento, sacrificio de calidad y control por parte de Topalov luego y un final de aplausos cerrados para coronar al nuevo monarca.