JUAN BAUTISTA BAIROLETTO, el «Robin Hood de Las Pampas»
Fue asesinado por la Policía el 14 de septiembre de 1941. Un breve repaso de su historia.
Juan Bautista Bairoletto, conocido como «el Robin Hood de Las Pampas», fue un reconocido bandido rural y cuatrero argentino que apenas vivió 46 años. Tuvo un final trágico que todavía es recordado en la actualidad. Cómo fue su corta pero intensa vida, a qué se dedicó y por qué pasó a la fama en este país hace ya casi un siglo. Entre 1920 y el 14 de septiembre de 1941, cuando fue asesinado por la Policía, fue uno de los fugitivos más perseguidos por los efectivos de por lo menos tres provincias.
Si bien se mostraba como un justiciero que ayudaba a la mayoría de los trabajadores humildes, encabezaba una banda violenta y brutal que arreciaba las estancias más grandes de la época y allí no tenía piedad con sus víctimas poderosas y millonarias.
Nacido el 11 de noviembre de 1894 en en una chacra del paraje Colonia Los Algarrobos de la localidad de Carlos Pellegrini, Santa Fe, fue el segundo hijo de seis hermanos de padres italianos: Vittorio Vairoleto y Teresa Mondino. También conocido entonces como «Vairoleto», ya de adulto escapó de la Justicia luego de haber matado a Elías Farach, el comisario de la ciudad de Eduardo Castex, en La Pampa, durante una disputa amorosa por una prostituta del lugar.
Acusado en reiteradas oportunidades por presuntos hurtos, repartos de propaganda anarquista, asaltos y muertes, igualmente era admirado por la mayoría del pueblo: cuanto más escapaba de sus crímenes, más lo querían aún en general. Como les robaba a los ricos para regalarles ese dinero a los pobres, con el correr del tiempo Juan Bautista Bairoletto resultó apodado por la población de los sitios que solía habitar como «el Robin Hood argentino», «el Robin Hood criollo» y «el Robin Hood de Las Pampas».
Después de su fallecimiento se convirtió directamente en un mito. Si bien la versión oficial indica que la Seguridad alcanzó a dispararle en la localidad de Colonia San Pedro de Atuel en Mendoza, muchas otras -entre ellas, la de su esposa Telma Ceballos- aseguran que en realidad se suicidó de un tiro en la cabeza antes de ser atrapado por los efectivos que rodeaban su casa. Apenas unos meses más tarde, se comprobó que había sido entregado por su amigo Vicente Gascón por una recompensa económica importante que las fuerzas de la ley habían ofrecido para quien pudiera aportar información de cualquier tipo sobre él.
De acuerdo con su pareja, con quien tuvo a sus únicas dos hijas (Elsa y Juana Ceballos), el propio «Vairoleto» se quitó la vida «para evitar el deshonor de ser capturado». Lo cierto es que al final fue velado en el Salón de la Biblioteca Popular Sarmiento de General Alvear, en Mendoza, y que sus restos se encuentran en el cementerio de dicha ciudad.
Vairoleto y sus modificaciones gramaticales (”b” larga y doble “t”) inspiraron calles, comercios, festivales, vinos, hosterías, predios, canciones, poemas, obras de teatro, películas, documentales, un patio cultural en Chacharramendi, una historieta en la revista Fierro, una cervecería en Mendoza, una hamburguesería en Mar de las Pampas que apela al hashtag “la más buscada”. En Santa Isabel, La Pampa, inauguraron hace dos años un monumento en su honor. Lleva la bandera argentina, monta un caballo que salta un alambrado, mira hacia la tierra batida, encara hacia el río Atuel de Algarrobo del Águila, hacia sus huellas.
Las menciones artísticas a Juan Bautista Bairoletto
León Gieco compuso una canción llamada «Bandidos rurales» en honor a él, en la que se nombra parte de su vida y la de varios otros bandidos locales.
Lo describe Gieco en una estrofa de su canción homenaje al bandolero social: “Vairoleto cae en Colonia San Pedro de Atuel / el último balazo se lo pega él / Vicente Gascón, gallego de 62 / con su vida en Pico pagó aquella traición / Sol, arena y soledad, cementerio de Alvear / en su tumba hay flores, velas y placas de metal / El último romántico lo llora Telma, su mujer / muere fuera de la ley, muere fuera de la ley”. Por su lado, Ricardo Piglia lo mencionó en su famoso cuento denominado «La loca y el relato del crimen».