Por Alejandra Etcheverry

Pasa la bruma en la playa, su canto gris de sirena
y sobre la espuma vuelan destellos de luna llena,
mientras se azulan dormidas las estrellas en su manto,
la ola rompe en la piedra, como si rompiera en llanto.
 
Es preludio de tormenta y el mar revuelve furioso,
su brazo gris de marea, arena y tiempo ventoso,
que se mese acompasado como en secreta canción
y me roba con su aliento latidos del corazón.
 
Del cielo retumba el eco furioso de la tormenta.
El trueno grita su nombre para que el agua lo sienta
y el relámpago ilumina la playa desmadejada,
chocando sobre las rocas con su fuerza desatada.
 
Un encuentro de gigantes, dos entes casi divinos,
y la lucha se hace eterna como marcando un destino.
Es eco de lo que el hombre lleva en su naturaleza,
lo más alto y lo más bajo, la miseria y la grandeza.