Por Neda Romero Núñez (*)

Un camisón audaz primavera plegado a todo su cuerpo. El cabello rebelde de cielos desiertos.

Los rincones; vértices abiertos a las líneas del tiempo.

Lo lejano, un suspiro simulando. Un universo colgado de inalcanzables instantes.

No hay nada de esta mañana para mi ¿A dónde vas? ¿Dónde buscarte?

Un horizonte esquivo y el silencio reptando las imágenes de las paredes.

¿Qué de mí? ¿Qué de esos rostros arrojados a los pasos salvajes?

Un paréntesis entre mi sosiego y las tardanzas interrumpidas.

Los minutos desenterrando todas mis muertes, mientras en mis recuerdos vivos la soledad es promesa.

En la pausa. Con el sonámbulo miedo. Con las ganas desgastadas.

Con mi corazón expirado resonando en un mar oscuro. Con el duelo de mí; que me llama al exilio. Con el mundo girado.

(*) Soy Neda Romero Núñez, 45 años. Mi hoy está en la nervadura del silencio y las preferidas tardes de un invierno narrado. Lo que quise decir es que regreso a mi intimidad en el amanecer desprendido del tiempo.

Se sacude la vida en el inmenso sepultado y una de tantas puertas se abrió a ese universo que contiene todos los matices del alfabeto en convivencia con la humanidad de las palabras.

Lo que quise decir es que en ese universo “Los Silenciosos Incurables” guiado por Viviana Bonfiglioli; yo soy; mis sombras desconocidas con vuelo de historias.