BITÁCORA DE PANDEMIA
Hojear sin juzgar el cuaderno de bitácora de viaje en esta pandemia en el que diferentes y distantes personas escriben reflexiones y sentires de esta historia
La Opinión/ La Voz del Sud
Desde Buenos Aires escribe en su cuaderno de viaje Cristina Ghione, directora, profesora y actriz: La pandemia nos sorprendió, al mundo, y a mí. Parecía que la vida se había transformado en una película de ciencia ficción. En un primer momento hubo esperanza sobre la reflexión que esta desgracia planetaria nos iba a producir. Se escuchaba decir que los humanos estábamos destruyendo la tierra y que bastaba la comprobación que nos ofrecía la naturaleza.
Sin contaminación, sin ruido, sin aglomeraciones, el planeta latía de otra forma. Los animales por las calles y avenidas, se movían con libertad, mientras que las personas, encerradas, los observaban en sus dispositivos electrónicos.
Todo esto como resultado de un capitalismo depredador que solo busca concentrar dinero. Todo esto basado en la cultura del consumo indiscriminado. Parecía que la pandemia nos estaba haciendo mejores personas…
Pasaron los meses y empezó a desnudarse otra realidad. No todo el mundo tenía el privilegio de quedarse en su casa porque había que salir a hacer changas para comer. No todas las casas tenían agua, y condiciones sanitarias para garantizar el aislamiento. El hambre, consecuencia del desastre económico llegó. Muchas personas sin trabajo. Nuevos planes sociales. Comenzaron las colas para recibir alimentos y las ollas populares.
Mientras, surgían los anticuarentena que querían “libertad”, tanto para correr como para reunirse en los bares. Sin barbijos, ni distanciamiento social. Se incrementaron los contagios. Y subió la curva de los fallecidos. Y empezamos a escuchar que “se morirán los que tengan que morir”, que “no se aguanta más tanta restricción”, que ocho meses de encierro y sin trabajar es demasiado.
La película de ciencia ficción sigue rodando. El mundo actúa en ella sin conocer el final.
Me pregunto cómo será nuestra vida de ahora en adelante, quizá igual pero con barbijo. Vértigo, velocidad, apuro, malhumor. ¿Y los sueños? Nos los han robado. Pocos acumulan todo lo que muchos no tenemos y han transformado al planeta en un lugar desigual y enfermo. Ojalá los pueblos podamos juntarnos y buscar una nueva forma de relación con la naturaleza.
Gustavo Ojeda que se desempeña como actor y también como comerciante reflexiona desde San Luis: …año 2020, un año al que ni con Alzheimer lo vamos a olvidar, un año en el que vimos una pandemia del otro lado del mundo, y como tantas otras anteriores pensamos que no nos iba a afectar, pero nos equivocamos, les tocó a todos. Una pandemia que por lo que se escucha de diferentes ámbitos, es algo armado a propósito, que eso es lo que más asusta.
Un año lleno de sueños y proyectos frustrados, donde se tuvo que abandonar reuniones entre familia y amigos, se suspendieron actividades no esenciales, suspender la actividad escolar, que eso es algo muy triste, especialmente en los más pequeños. En sí, es un año muy triste, y no me quiero imaginar lo que debe ser para aquellos que han perdido seres queridos.
Podemos pensar o decir que fue el peor año que hemos vivido, pero para mí esto recién empieza, podemos reflexionar y preocuparnos hacia adelante,¿ a qué actividad laboral nos vamos a dedicar? Muchos han perdido sus empresas por no poder trabajar, al no considerarse indispensables. Aquel que económicamente se encuentra bien, a todo esto lo vivió de otra manera, mucho mejor que aquel que salía todos los días a buscar por medio de changas o como fuera, el sustento diario de su familia.
Es un año dónde quedó al descubierto la falta de centros de salud y la falta de personal en dichos centros, y esto es con respecto a lo local, provincial, nacional, y en muchos casos, también a nivel mundial.
Un año dónde se vio mucha solidaridad, y a la vez mucho egoísmo, como que ahora sabemos quién es cada uno. En mi caso, pienso que esto de la pandemia siguió matando al de abajo, y favoreciendo a los de arriba, ojalá que esto haga que la gente cambie para bien, desde lo solidario lo espiritual, pero existe una gran posibilidad que sea al revés, ya que muchos que en este tiempo no han sido acompañados, contemplados, van a repensar su vida y sus actividades de ahora en adelante.
De igual manera ruego a Dios que todo pueda cambiar para bien, tanto en lo social-económico como en lo laboral. En fin, que podamos salir de esta.