Reportajes

María Gabriela Preti- 07/02/2021

Volver a San Luis ha sido un poco más difícil, pero siempre desde mis tiempos de cerrar capítulos para abrir otros. No creo mucho en los antes y los después, me siento mejor en el durante. Puede que haya habido una bisagra del “despertar” que atesoro, fue irme a vivir a Italia con mis hijos. Descubrí que las raíces están en donde hagas hogar, que el hogar es familia y no solo la sanguínea. Descubrí la otredad. No sé definir muy claramente quien soy, tal vez, cuando conocí algo de mí, ya muté. Mis emociones se movilizan a diario, recorrer la huerta en la mañana. En este tiempo de pandemia he sanado muchas cosas, esto me emociona; vivo la vida con menos disfraces y todo lo que nos echamos encima. Me emocionan los cambios sociales de las mujeres. Vivimos en un mundo patriarcal, y la conciencia del flagelo nos confronta más con quien no admite cambios. Solo el amor me ha salvado. Mi pasión es transmitir con creatividad. Amo pintar, y de puro “curiosa” me gusta leer. Mis enojos, son cada vez menos; son con la falta de posibilidades con las que algunes nacen, es con las personas que creen que hay ciudadanes de clase A o de clase B. Con las cegueras emocionales, y muchas veces con lo que no me gusta de mí.

Mi vida son tiempos libres, incluidos los de trabajo. Aprendí a no violentarme con obligaciones de mandatos sociales. Hoy mi tiempo es libre, con la elección de vivir de modo liviano, los tiempos no libres son burocracia.

Lo que aprendí de mis padres fue a hacerme responsable de mi vida. De mi madre el arte y la creatividad, conocer los libros para refugiarme. De mi padre, el yugo del patriarcado, motivo de mi rebeldía y lucha para que caiga. Hubo muchas cosas que no entendía, hoy entiendo de modo racional, la ceguera del amor romántico, donde amar era sufrir, mitos a desterrar. Recuerdo lo aprendido de mis abuelos, el modo distendido de querer bonito, me dieron herramientas para sanar las partes de la muñeca rota, para ser una mujer más entera… Muchas cosas me han determinado, pero siempre apuesto a mi flexibilidad intelectual y emocional, para limitar lo que me condiciona. 

La amistad es una gran red afectiva con la que cuento. Me gusta de ella la complicidad, un mismo idioma sin escondites. La tengo contemplada casi como un amor de pareja, pero sin sexo, con algo de eros para seducir las charlas, al amigue se le ama, con errores y virtudes, viendo más allá de las miserias de cada uno. Amar es un gran trabajo. Es poder ver al otre. 

Mi relación con San Luis es muy buena, hoy veo cuánto ha crecido, urbanística y culturalmente. Muchas gestiones sociales importantes nos han dado bienestar. Creo que tenemos casi todo para crecer intelectual y económicamente, o por lo menos, nos lo están ofreciendo para que generemos cambios. Como idiosincrasia…creo que San Luis es un hermoso infierno compartido.