El Show de Don Ramírez
Por Sebastián Reynoso.
En el Barrio San José existe una esquina muy conocida y recordada, la del negocio de don Pascual, un comercio tradicional del barrio en aquellos tiempos y perdura hasta hoy.
Es conocido su fanatismo y fidelidad por el equipo de fútbol Alianza Futbolística, que llegó a obtener muchas conquistas locales y firme representante en tantos torneos regionales que dejaban bien parados y orgullosos a sus hinchas y también a gran parte de la comunidad.
Los muchachos del barrio tenían la sana costumbre de asentarse en la esquina del negocio de Pascual todos los sábados por la tarde después de practicar deportes, sobre todo fútbol.
En ese espacio se daba una magia distinta, algo especial, y es que todos los sábados se hacía presente un personaje muy querido, don Ramírez. El viejo supo ser un peón de campo con poco oficio para ese trabajo, al parecer vivía metiendo la pata en las tareas diarias, hasta que un día no lo aguantaron más y se quedó sin trabajo.
Fue entonces que vio como salida venirse a la ciudad, al menos quería probar suerte, pero tropiezo tras tropiezo terminó consumiendo alcohol hasta no poder manejarlo. Quedó viviendo en la calle.
Sus hijas más de una vez intentaron rescatarlo de las adicciones, pero sin éxito. Ramírez era un rebelde, y solía ir de sitio baldío en sitio baldío como morada donde quedarse un rato. Un día eligió uno como su morada y allí se quedó, nadie pudo moverlo de allí.
Don Ramírez no era conocido por contar muchas historias, pero más le gustaba tocar la guitarra, cantaba canciones de folklore, de Los Visconti, de Atahualpa, Los Fronterizos, de Horacio Guaraní, de Los Cantores del Alba, y cada tanto se mandaba un tanguito. Sus favoritos, Los cosos de al lao, Mano a mano, Volver, El sueño del pibe, era lo que mejor interpretaba.
De allí que los muchachos pagaran por verlo y oírlo, era también una forma de darle una mano. Hay que recordar que en aquellas épocas y más en esto barrios no había tantas atracciones, y esto paso a ser una de ellas, la botella de vino a los pies del viejo nunca le faltaba.
La cita era programada y esperada, todos los sábados en lo de don Pascual, el show de Don Ramírez.
En su último tiempo no solo era esperado por los muchachos que se juntaban a beber después de las prácticas, sino también por algunos vecinos que se acercaban para oírlo cantar, una atracción que duró algún tiempo hasta que el viejo partió de este mundo dejando una huella en esa esquina, que hoy algunos viejos que lo vivieron recuerdan con nostalgia y gran cariño.