Expresiones de la Aldea

Demasiadas pocas cosas

Manuel Moretti, escritor y cantante de Estelares, dialogó en exclusiva sobre su primer libro y las cuestiones que lo sensibilizan

Por Matías Gómez

Textos como escenas de películas, ancladas cada tanto en lo geográfico para contrarrestar cierta sobredosis etérea, y nuevos borradores compartidos con el público durante la pandemia, en esos andares se encuentra a Manuel Moretti.

Sábado al mediodía. Aunque al otro lado del teléfono no se escuchan horneros cantantes, la voz de Manuel gana vuelo cuando recuerda qué le apasiona. O toca el barro cuando revive sus adicciones. Una lucha permanente entre el cielo y la tierra, un compás que le ha permitido labrarse un nido y vivir de las canciones, igual que un ave intrépida, celebrante y nacional.

“No soy un escritor de oficio, sino de textos breves, versos que me gustan y de canciones. No puedo decirte exactamente cuándo poner un punto final a un texto pero cuando estoy escribiendo es algo sensitivo, que me impacta. También identifico los textos porque no tienen melodía, en cambio cuando tienen melodía sé que terminan siendo canciones”, asegura el músico y compositor que nació en Junín, provincia de Buenos Aires, en 1965.

Manuel cursó estudios de artes plásticas en la Facultad de Bellas Artes, y de Filosofía en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata; y estudió arte dramático en la Escuela de Teatro de La Plata.

Al otro lado del teléfono, suena como alguien que disfruta del camino. No como una estrella pop. Incluso, después de conversar generosamente me enviará un mail porque se quedó pensando en una pregunta sobre los símbolos que lo movilizan.

“Las canciones, de alguna manera, me tomaron y me llevaron para construir mi oficio. En los últimos dos o tres años me siento un cantante e intérprete, y eso me gustó y me ha hecho reconciliarme”, revela.

Su primer grupo de rock fue Licuados Corazones (1988-1990), al que le siguió Peregrinos (1990-1992).

A partir de 1991, tomó clases de armonía musical con Oreste Chlopecki. En 1993 tocó tango en el conjunto de guitarras de Hugo Magnelli. En 1994, junto con Víctor Bertamoni y Pablo Silvera, formó la banda Estelares, de la que es cantante y compositor principal y con la cual grabó un disco en vivo (Vivo Gran Rex, 2014) y siete discos de estudio: Extraño lugar (1996), Amantes suicidas (1998), Ardimos (2003), Sistema Nervioso Central (2006), Una temporada en el amor (2009), El costado izquierdo (2012) y Las antenas (2016); con el que obtuvo el premio Gardel al mejor álbum pop.

“Las lunas”, el último álbum de Estelares, nos empuja a la dicha. “Como versos de Juanele en el río Uruguay”, canta en “Este misterio”. Una melodía hipnótica con un guiño a un poeta indispensable: Juan Laurentino Ortiz.

“Con los versos de Juanele yo, por ser un hombre de la pampa húmeda, empecé a conectar con la poética del paisaje. Hay algo de eso que parece liviano pero es recontra profundo”, reflexiona.

Demasiadas pocas cosas

“Cuando estaba preparando el libro, escribí varios textos nuevos. De hecho, me gusta escribir pero no hago el ejercicio porque no tengo que publicar.

Fui juntando un montón de cosas a lo largo de muchos años. Estaban desperdigadas por distintos lugares y eso me disparó ideas nuevas, de los últimos dos años. Pero eso ha sido quizás el 25 % del libro, la mayoría ha sido recopilar, ordenar textos y dibujos viejos. También están las génesis de diez canciones emblemáticas de Estelares”, indica.

Su amigo escritor y editor, Juan José Becerra, lo presenta así: “Demasiadas pocas cosas es el testimonio de un mundo que ilumina las canciones de Estelares pero viene de un momento previo, aquel en el que por primera vez Moretti sintió la poesía como un llamado de verdad íntima y soberanía formal.

Era imposible que de las fricciones de ese encuentro de dos mundos no brotara, como el agua, un carácter exquisito y manierista. Ese es su sello y su enigma. Letras inolvidables, poemas perdidos y encontrados, relatos, pensamientos en voz baja, confesiones y –hundiendo sus raíces blancas en la tierra negra– una percepción ideológica del universo donde caben, hermanados en la misma voz, el nihilismo y la dicha. Jinete de la melancolía, a la que se presta a domar como a una bestia mitológica, Moretti nos da un tesoro en que el encierro y los grandes paisajes, las noches largas y las mañanas de los pájaros cantores son partes de la fiesta intermitente en la que estamos todos”.

Buenas influencias

“Un libro que me impactó mucho cuando salí de la secundaria fue “Opio” de Jean Cocteau. El libro arranca con una frase de Oscar Wilde que dice ´el único crimen consiste en ser superficial, todo lo que se comprende está bien’. Esta frase me parece extraordinaria pero de muy riesgosa interpretación. Mi traducción de esta reflexión de Oscar Wilde es que el único crimen es no comprender. Hacer el ejercicio para comprender al otro, eso sería lo valiente”, apunta el cantante quien aún se identifica con este diario del autor francés donde detalla su proceso de desintoxicación. Manuel también batalló contra la adicción y, como su héroe literario, entre dibujos o narraciones breves.

“Cuando escribía con la adicción eran épocas muy bravas, muy en el aire”, asegura. Sin embargo, encontró un ancla para componer al alcance de la mano. “Lo geográfico me ha servido como simbología para escribir canciones, porque yo necesitaba aterrizar como las luces de la pista de aterrizaje. O las imágenes de una estación de servicio, una esquina, un hotel o los jardines de Luxemburgo”, explica.

“Algunos textos también los pienso como escenas de películas. “Quién no se ha besado en Mardel” o “Mariposas”, cuando escribí esas dos canciones se me armaban las imágenes, era extraordinario porque lo único que tenía que hacer era copiar lo que tenía en la cabeza, esa potencia compositiva es alucinante. Cuando la narración como influencia es muy buena, si vas a la canción se arma más fácil”, detalla el músico que vive a 15 kilómetros de La Plata.

Nuevos proyectos durante la pandemia

“En este último tiempo toqué dos o tres veces en Rosario y La Plata, con guitarra y voz, nada más. Entonces aprovechaba y leía al público cuatro o cinco textos nuevos, breves y probaba la reacción de la gente. Estas crónicas las hice después de que terminé el primer libro. Se las mostré Becerra y eran para continuar otro libro pero por ahora no las continué”, señala el artista que también es un reconocido hincha de Sarmiento de Junín.

“Durante la pandemia mientras dibujaba y componía, también me puse a escribir sobre mi pueblo de la infancia, Agustina, donde vivían mis abuelos. Jugaba con las sensaciones, con cosas que tienen identidad y saltaba de un año a otro”, comparte.

Durante la llamada telefónica, la voz de Manuel desparrama energía.Tiene las antenas encendidas para captar la inspiración o el misterio en cualquier momento. Y, al parecer, el encierro no ha limitado demasiado su curiosidad creativa.

Aprovechó junto a su esposa para ver sus dos series favoritas The Wild y Los Soprano. Volvió a dibujar. Y disfruta con sus lunas, sus dos hijas a quienes dedicó el último y maravilloso disco que tuvo dos nominaciones a los premios Gardel 2020.

“Me quedé pensando en los símbolos y por ejemplo América, otra canción con connotación geográfica, pero uso la frase ́me siento muy solito, y muy desprotegido’ y luego uso América, como mojón emocional”, me escribe por mail apenas colgamos. Un artista atento con el que se podrían compartir horas de charla en un día perfecto.