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El orgullo Puntano

Por Sebastián Reynoso

Es mi hogar una puerta enorme para entrar a la ciudad más bella, mi lindo Villa Mercedes. Sos cuna de la guitarra, la ciudad del respeto, del progreso y el bienestar de su gente, la que se distingue del resto entre paisanos que hablan orgullosos de los pagos de la Calle Angosta o del Molino Fénix, de la Vieja estación de trenes que albergaba numerosas cantidades de personas que movilizaban la economía interna en aquellos tiempos.

Mi San Luis linda y hermosa no por algo te han puesto en el centro del país, por ser leal y fiel luchadora, siempre llevo tu nombre en mi memoria. Villa Mercedes te llevaré siempre en el transcurrir de mis días. Si cuando estoy lejos te extraño y grito tu nombre, con orgullo hablo de ti ante cualquiera que no te conozca, como ese niño que me transita y que todavía se emociona.

Brotan mis sentimientos, mis nostalgias, mis rebeldías, todos recuerdos imborrables. Con el paso del tiempo fuimos creciendo juntos, y atrás quedaron tus calles de tierra hoy ya están casi todas pavimentadas, tus plazas hermosas y ese Parque Costanera o La Pedrera que lucen por sí solos.

Repleta de viviendas y propietarios felices, digna felicidad de aquellos que la miran y destacan tanto esfuerzo, con tu inclusión social que no deja a nadie afuera ni al más viejo ni al más joven, no cualquiera cuenta con la suerte de los que viven esta provincia hermosa, por eso somos ejemplo, como pueblo, como pasado, presente y futuro.

Los personajes que transitan tus calles ponen a descubierto el amor que se siente por el otro, sobre todo de aquellos que por cuestiones de la vida terminaron haciendo de la calle su propio hogar, quién no recuerda con amor a personajes como El Negrito Magallanes, al Torino, al Body, al Monito Llambia, el Chichilo y cuantos más que acariciaron nuestra alma con su presencia y sus historias. No debe faltar oportunidad para brindar en su memoria, solidarizarse con los que queden, y homenajear a los que ya no están.

San Luis linda y hermosa, Villa Mercedes gracias por ser parte de mis esencias, tanto por contar y escuchar de tus vivencias. Hoy, más que nunca, necesito de tu abrazo de tu beso, de tu barullo y de tu silencio, sos mi lugar en el mundo.

Dos jóvenes músicos portan sus instrumentos musicales, amenizando con su arte el encuentro de un grupo de amigos, en San Luis hacia 1950. Foto: José La Vía.