Mauro Cuello- 06/06/2021
Mi nombre es Mauro Damián Cuello, tengo 41 años y nací un 5 de octubre de 1979 en Villa Mercedes, sin embargo, salgo anotado como ciudadano de la localidad de Justo Daract de donde son oriundos mis padres.
Y así, comienza mi existencia, gracias a Mery Noemí Ramírez y Roberto Samuel Cuello.
Esta historia con sus orígenes puntanos, continuó en Salta donde nacieron mis dos compañeros de camino, mi hermana Milagros Emilce y mi hermano Leonardo Roberto.
Papá trabajó muchos años para Yacimientos Petrolíferos Fiscales, así pasé mis primeros trece años en la ciudad capitalina de esta provincia norteña.
En Salta recuerdo desde chico habernos mudado mucho, unas cuatro veces y eso me gustaba porque en un punto me hacía sentir que nuestra historia se dividía en tramas.
Desde ir de expedición al monumento Martín Miguel de Güemes, o jugar al pie del cerro donde hoy peregrinan muchos fieles de la Virgen del Cerro. Hasta el día de hoy mis hermanos se ríen de mi disfraz de elefante, pero siempre recuerdan con emoción el árbol que Mamá paseó por toda la ciudad de Salta hasta encontrar la Casa de las Culturas donde representé mi primer papel en las tablas, en la obra de “La hormiguita viajera”. Como aun seguimos en Salta les puedo contar que mi primaria la hice en muchas escuelas.
En este punto la historia cambia de locación y viajamos drásticamente a la localidad de Villa Mercedes. Mis padres tomaron la decisión de volver a San Luis después de que YPF fuera privatizada.
Terminé séptimo en la Escuela Mariano Moreno. Fueron seis meses en Villa Mercedes y así el destino nos trajo hasta la localidad de Potrero de Los Funes donde al día de hoy mis padres siguen transitando su camino. En Potrero terminé séptimo en la escuela 267 Gobernador Eriberto Mendoza.
Terminé mis primeros tres años de secundaria en la Escuela Agraria y terminé la secundaria en el Centro Educativo N°6 Subsecretario Carlos Sadoc San Martín.
En este período conocí lo que en aquella época era el CFA (Centro de Formación Artística) nunca voy a olvidar el día que por la ventanilla del colectivo vi el cartel y luego los anuncios en el diario. A los días llegué a casa del colegio y le comenté a mamá que deseaba ir a teatro y ella inmutable en la cocina me miró y me dijo – si te interesa ya estás en edad de anotarte. Junté la documentación y me anoté en lo que fue una experiencia trasformadora y el camino que no se veía claro se terminó de definir.
Al cambiarme a la escuela en el Volcán, no pude ir mas al CFA, y seguí mi formación artística con el grupo de teatro independiente dirigido por Gabriel Cruz. El Teatro me permitía ser todo aquello que anhelaba, me daba la fuerza para afrontar mis dramas adolescentes, como lo veo ahora también el teatro, el arte, me da un sentido, de pensar mi existencia que no solo es individual sino también colectiva.
En Villa Mercedes estudié Ingeniería Agronómica o eso era lo que pensaba. Allí viví un tiempo con mi Tía Gladys Cuello, con la cual voy a estar agradecido por todo lo que me enseñó. La menciono porque me comentó que estaban haciendo un casting para un musical y así fue que conocí a Luis Palacio mi director teatral por lo que duró mi camino universitario y del que aprendí una visión del arte que deseo hasta el día de hoy hacer.
En este punto, me veo obligado poner un freno y relatar brevemente un acontecimiento que nos llenó de alegría. Y fue el nacimiento de María Josefina mi compañera de camino más pequeña y a la que amo enormemente por todo lo que implicó su presencia en nuestras vidas. Como le digo siempre que somos el principio y el final de una historia de amor y ella ríe mucho.
El teatro me llevó a descubrir la pasión que tengo por escribir textos teatrales y sobre todo poesía, que es la forma que encontré de vincularme con este mundo tan cambiante y dinámico.
Ser artista me hace feliz y me da la plenitud que necesito para saber que somos una trama que se construye en el vínculo con el otro, como diría un sacerdote que me trasformo la vida, de un Tú a otro Tú.
Me río, todo me dispara emociones, creo que eso me permite escribir imágenes que me ayudan a entender que soy un caminante, un explorador, que en el fondo solo desea aprender de aquellas cosas no aún no tienen un sentido.
Y el presente de esta historia fragmentada se desarrolla con un protagonista que vive en El Suyuque, rodeado de un paisaje hermoso. Docente, entusiasta de poder decirle a sus estudiantes que la vida debe ser vivida con la responsabilidad de conocerse a uno mismo, sin que nadie les diga qué es la libertad, sino tener la fuerza para ir definiéndola en sus caminos.
Poeta (www.mipoetaperdido.com) y dramaturgo dispuesto a hacerle frente a un contexto extraño, que es el sustrato de situaciones raras, complicadas, para una humanidad que esta redescubriéndose.
Y así en cada caminata por el río, en cada contemplación de las sierras, mates en algún lago, discusiones domingueras con amigos, descubro que hoy soy el que soy gracias a un camino que nació en San Luis.