Alberto Gurruchaga-25/07/2021
Soy Alberto Gurruchaga, tengo 54 años de edad, nací en General Pico, provincia de La Pampa.
Por cuestiones de trabajo y preferencias personales he vivido en cuatro provincias, La Pampa Córdoba, Mendoza y San Luis.
En la actualidad vivo con mi pareja, Soledad y mi hija menor, Sofía, en Juana Koslay.
Mis hijos mayores, Natalia y Martín viven en Mendoza.
Mis padres son Elida Leduc y Agustín Gurruchaga, pampeanos ellos.
Mi infancia transcurrió en Santa Rosa, La Pampa, entre médanos y montes. Donde pasé de jugar con tierra hasta una formación técnica bastante elaborada, producto fundamentalmente de la educación técnica de la época.
Mi paso por la educación formal se desarrolla en la escuela pública, con un hito importante en el secundario técnico en la ENET N°1 de Santa Rosa.
Mis estudios universitarios los cursé en Mendoza egresando como licenciado en Economía y, posteriormente, realicé estudios de posgrado en la Universidad de Salamanca, una maestría en Gestión Sostenible del Ambiente.
En la actividad profesional se han ido acumulando distintas experiencias de vida conducidas en general, por el interés de transformar la realidad, de aportar a construir un país inclusivo y solidario, un país donde “reine el amor y la igualdad” como dice la letra de una marcha popular.
En mi ya larga trayectoria, he sido empleado público y privado, obrero metalúrgico, funcionario público provincial y nacional.
Estoy dedicado actualmente a la actividad privada en proyectos de ingeniería y ambiente.
Hay un momento bisagra en mi vida y es cuando asumo la responsabilidad de ser Jefe de Gabinete de la Secretaría de Ambiente de Mendoza, una herramienta formidable para vincular las cuestiones del desarrollo con justicia social con los temas ambientales.
En muchos aspectos ese fue un camino sin retorno y marcó toda una visión de los desafíos a resolver.
Me considero un apasionado de las cosas que hago.
Me moviliza profundamente la historia de nuestro pueblo, nuestra capacidad para sobreponernos a la adversidad, construyendo esperanzas colectivas.
Sobre la música que escucho diría que disfruto del rock nacional ochentoso y actual, puedo viajar 1300 km escuchando al flaco Spinetta.
Un asado con familia y amigos es mi forma de disfrutar el tiempo libre, siempre escaso.
La marca principal que mis padres me han legado es la libertad de decidir sobre mis acciones y sobre mi futuro, aun a riesgo de equivocarme, algo que trato de transmitirles también a mis hijos.
Soy hijo único, así que mis hermanos son mis amigos de siempre, mantengo un núcleo de amistades de más de 35 años, con las mismas pasiones y los mismos reflejos, lo que hace que no sean necesarias demasiadas explicaciones para entender al otro.
Vivir en San Luis ha sido una elección de vida, trabajamos en todo el país, pero vivir en Juana Koslay aporta un plus infinito de calidad de vida, de relación con la naturaleza y con una sociedad que te recibe con los brazos abiertos.
Tal es así, que con la pandemia hemos adoptado como puntana a mi madre pampeana, algo que no estaba previsto en el “Tratado del Caldén”, (ríe).