Expresiones de la Aldea, Notas Centrales

BITÁCORA DE PANDEMIA


Hojear sin juzgar el cuaderno de bitácora de viaje en esta pandemia en el que diferentes y distantes personas escriben reflexiones y sentires de esta historia

La Opinión/ La Voz del Sud

Nos asomamos al cuaderno de viaje en pandemia de Luis Guillermo Jiménez, un médico graduado en la Universidad de los Andes de Venezuela, y además practicante de artes marciales. En los últimos años vivió en Canadá, Colombia, e incluso en San Luis, Argentina. Por razones laborales y ante las dificultades de revalidar su título en el país, debió regresar a Venezuela. Desde allí reflexiona:

Mi visión acerca de lo que es el proceso de esta pandemia, voy a tratar de resumirla con una frase del libro «Ángeles y demonios» de Dan Brown: «la ciencia y la fe a veces tienen que trabajar juntas”,así es cómo yo resumiría en total lo que puedo ver.

Como médico, como persona, como paciente que he sido también, el proceso del COVID-19 se ha cursado, por lo menos aquí en Venezuela – y como creo que en otras partes del mundo–, con bastante desinformación, porque a pesar de que había mucha información en las redes no había claridad. Pude ver en los primeros meses muchísima angustia, casi un cuadro paranoico, una paranoia en el hecho de tocar a las personas, en el hecho de salir, sumándole a eso el cuadro económico propio de la región o que se pueda tener específicamente aquí.

Esto generó que muchísimas personas se aislaran y comenzaran a tener reacciones muy diversas. La mente evidentemente domina en cierta parte nuestra vida y pude ver que, aparte del COVID-19 y el aislamiento propio, también se originaron en mis pacientes, en mis conocidos, en mi familia, enormes cuadros de ansiedad que desencadenaron otras enfermedades crónicas que no tenían nada que ver con el coronavirus.

También pude observar que en los hospitales, tanto públicos como privados, en las guardias privadas de los centro clínicos, los médicos, los colegas, nada más diagnosticaban covid, covid, covid y se pasaron por alto enfermedades como hipertensión, diabetes, infartos… todos producto de la misma angustia colectiva que había.

Otra cosa que pude ver fue que aumentaron los trastornos psiquiátricos de una manera muy pronunciada y eso trajo consigo que los médicos supiéramos, los que nos dedicábamos a la medicina familiar o los que nos dedicamos a la parte más amplia de ver pacientes, que debíamos tratarlos de manera efectiva.

“Covid 19 parte 2”, por Gill Nicholas, 2020.

Pasados los meses, cuando ya se tenía un conocimiento mayor, sí pude entender que no íbamos a volver a ser normales como lo pensábamos, teníamos que adaptarnos…En esa adaptación pude ver que muchos se quedaron estancados, y a otros muchos que sí aceptaron y evolucionaron.

De hecho, hay personas que cuando tenían la enfermedad pasaron por cuadros depresivos muy fuertes, pero lo que más me sorprendió como persona, como humano, es que las personas desarrollaron una fe… no llámese Dios, no llámese una creencia católica, no llámese musulmán, no llámese budista o  taoísta…era una creencia de que tengo que tengo que tener fe en mí y en algo superior que me está haciendo salir de esto.

Increíblemente pude ver eso en muchísimas personas. Y ellos fueron precisamente los que más rápido evolucionaron y los que más rápido salían del cuadro. Familiares, amigos. Incluso en este proceso, por el mismo agotamiento físico, me dio neumonía. Y venían a mí la mismas palabras de mis pacientes: «adelante doctor, siga adelante, usted va a poder».

Lo que me queda claro es que cuando el hombre y el sujeto desarrollan una creencia positiva de superación, eso va a influenciar muchísimo en su curación y eso es algo que está comprobado por la neurociencia, y por todos los conocimientos previos y experiencias que lo avalan.

Y este es el punto en el cual digo que la fe y la ciencia a veces tienen que trabajar de la mano.

Es importante que en los años venideros le demos más valor a esa parte humana, a esa parte que ayuda al sujeto a crecer y que ayuda al sujeto a tener fe. Fe en que las cosas pueden suceder aunque en una primera instancia no se puedan ver. E, incluso, en el peor de los escenarios que es la muerte: que no debemos tener miedo a mencionarla, a asumirla con valentía, y con un profundo respeto.