Hablemos de machismo
Por Majo Corvalán
Hay un acuerdo global en la sociedad sobre la violencia de género y es que no hay nadie en el mundo que diga u opine en favor de los femicidios. Pero, cuando detallamos los tipos de violencia y damos ejemplos concretos de la violencia institucional, obstétrica, sexual, emocional, psicológica, simbólica, económica o patrimonial hay polémica. Porque lo más probable es que se identifiquen en esas situaciones y adviertan que sí tienen actitudes y conductas violentas.
¿A quién le gusta exponerse? ¿A quién le gusta darse cuenta que lo que hace es machista?
Quiero dar un ejemplo cotidiano. Los varones suelen asegurar que “nunca” tuvieron que forzar una chica para estar con ellos, de hecho repudian la violación en su discurso. Sin embargo, ¿cuántos insistieron e insistieron en tener sexo hasta que lograron consentimiento aunque la otra persona no lo deseara? ¿Cuántos dijeron ponerse un preservativo y era mentira? ¿ Cuántos se lo sacaron en medio de la relación sexual sin avisar? Eso es abuso sexual. Ni más ni menos.
Pero eso fue solo un ejemplo, porque quiero hablar de los “micromachismos”, que no tienen nada de pequeños y son tan dañinos que sirven de apoyo a la construcción violenta de la pirámide que lleva en su punto más alto el femicidio.
El machismo solapado, indirecto, sutil, coercitivo y casi imperceptible nos genera tanta presión que nos condiciona; nos lo imponen y nos disciplinan. Porque la finalidad de la violencia machista es conservar la supremacía, el poder, el mando, la voz fuerte, la autoridad y la independencia, pero esto no puede suceder si no hay sumisión, miedo y dependencia por parte de otro sector, en este caso las mujeres.
Este modo de control y violencia se ejerce sobre las mujeres independientemente de la relación que se tenga, por ejemplo en las familias heteronormadas y estereotipadas la autoridad la tiene el padre, si falta el padre, el poder no lo hereda la madre sino un hijo varón o cualquier otro varón de la familia .
Los machismos de base o estructurales son variados pero muy determinados.
Un ejemplo concreto del machismo coercitivo es la llegada del hombre a la casa. El tiempo se detiene, las mujeres corren a ordenar lo desordenado, se sirve la comida y se le entrega el control remoto del televisor. Puede que las mujeres solo pongan la comida en la mesa, entonces él para demostrar su poder no se va a servir en su plato y va a esperar que alguien le sirva, para imponer su autoridad y reforzar la idea de que él es quien manda y a quien se le debe obedecer. Es muy fácil darse cuenta en esta escena cómo puede y de hecho escala la violencia. Luego dirá que la mesa no está suficientemente limpia, o la comida no sabe lo suficientemente bien y muchas veces empezarán los gritos, los empujones, los insultos y deriva todo en más violencia.
Hay otro tipo de machismo encubierto detrás del amor romántico y es el emocional. Es muy común, y se percibe cuando los varones exigen a las mujeres, niñas o adolescentes que permitamos o demos consentimiento a prácticas que no deseamos mediante excusas como “demostrar amor”, “dar un voto de confianza”, “hacer todo juntos” o “no guardar secretos”. Puede ir desde el pedido de la contraseña de la cuenta de redes sociales, que no es poco grave, hasta prohibir el uso de cierta ropa, maquillaje, ver amigas y tener que soportar abusos sexuales de él o de otros.
El otro machismo solapado se da cuando las mujeres logran ver lo que pasa y exigen igualdad buscando autonomía, independencia y respeto. Este machismo de crisis busca convencer y desalentar a la otra persona de tomar esa actitud, entonces utilizan estrategias de todo tipo para recuperar el control. Los varones suelen fingir enfermedades, depresión, perder el trabajo para que por lealtad, la relación no se termine, entre otras maniobras. Incluso suelen utilizar la violencia psicológica para convencerlas que dejen su casa, renuncien a su trabajo, den la baja de su plan de datos y todo lo que le permite aislarlas para que dependan nuevamente de él.
¿Cómo avanzar en la erradicación de la violencia machista de base? Spotlight, una alianza de las Naciones Unidas y la Unión Europea contra los femicidios creó una campaña llamada #AmigoDateCuenta que incentivó a los varones a identificar mandatos machistas, a que puedan cuestionarlos y construyan nuevas masculinidades.