Reportajes

Pablo Ernesto Aphalo-26-12-2021

Mi nombre es Pablo Ernesto Aphalo, nací el 23 febrero de 1978 en Morón, Buenos Aires. Comencé a estudiar guitarra a los cinco años y siempre estuve ligado a la música, mi viejo es cantor aficionado y me la inculcó. Después dejé el estudio y me volqué a tocar de oído, tenía de chico esa facilidad de poder escuchar algo y plasmarlo en la guitarra sin tener que leer la partitura, tal es así que hoy es chino básico para mí, todas esas enseñanzas de teoría, solfeo, leer y escribir en pentagrama desaparecieron.

Siempre estoy tratando de sacar canciones, arranqué tocando folclore, en la adolescencia he tenido bandas de heavy metal, pop, rock, ligado a la guitarra exclusivamente. Toco guitarra acústica, criolla, eléctrica, me encanta la batería y el bajo, puedo tocar algo en los ensayos pero soy muy respetuoso de otros instrumentistas, nunca podría ocupar ese lugar en una banda, lo mío es la guitarra. La primera guitarra que tuve está en la casa de mis viejos todavía, es más chica de lo convencional, con ella toqué a los cinco años, después pasé a la guitarra que era de mi viejo, que todavía está en la casa paterna, la hice refaccionar con un lutier y la tengo impecable para cuando voy a visitarlos.

Mi influencia musical tiene que ver con mi viejo y un padrino de mi hermana, un amigo de mi viejo de muchos años, que ya falleció. Se juntaban a guitarrear noches enteras y yo estaba con ellos con mi guitarra de juguete. De chico me gustaba cantar, más de lo que tocaba y con los años fui volcando al instrumento, mi pasión y mi tiempo. Ahora retomé las clases de canto después de lo que me tocó vivir con el coronavirus. Tuve una traqueotomía por lo cual estoy recuperando de a poco el fonar, me ayudan los ejercicios de diafragma y los referidos al canto, lo tomo por el lado terapéutico. Hoy tengo la fortuna de haber recuperado la habilidad en las manos y la memoria, pero tengo que estar sentado y un tengo problemas de motricidad.

Cuando me vino a buscar la ambulancia porque estaba saturando bajo pensé que volvía a mi casa en el mismo día, y estuve dos meses internado. Dentro de todo lo malo, lo bueno es sacarle una enseñanza o cambiar la filosofía de vida valorando las cosas que uno tiene. Cuando estaba internado movía solo las manos y la punta de los pies, pensaba lo poco consciente que somos de la “máquina” que manejamos, porque no nos damos cuenta de lo que cuesta, no tener la posibilidad de movernos por nosotros mismos.

Estuve mucho tiempo asistido, hay un capítulo aparte en mi vida para Celeste, mi compañera y mi pareja; fue todo en ese momento y lo sigue siendo, acompañándome en cada movimiento que hago. Cuando estaba internado sabía que había que ponerle ciento por ciento a cada día, porque un día de internación no tiene libreto, a veces hay que volver a cero, pero mentalizado en salir adelante lo pude lograr, y hoy estoy haciendo lo que más me gusta, que es poder tocar otra vez. Lo hago con gente amiga, con sensaciones renovadas en mi pasión por la guitarra, después de todo lo transitado vale el doble, se disfruta con más intensidad, porque el sentimiento siempre es el mismo.

Cuando era chico todavía, junto a un grupo de amigos de mi viejo, formé parte de Los Bohemios, medio como jugando se formó el grupo, yo hacía primera guitarra, ellos me compraron una que me dio grandes satisfacciones. Tuve la suerte de tocar con Claudio Agrelo, de música surera, a quien acompañé por varios años en los escenarios del país. Conocí a muchos próceres del folclore, de quienes mi viejo tiene guardado sus discos. En 2007 me mudé a Merlo, a las dos horas que había llegado y no quería irme más, cuando viajo a visitar a familiares y amigos es muy gratificante volver, se extraña mucho este lugar que elegí. Tuve la suerte de tocar con muy buenos músicos de la zona y de forjar amistades, lo más estable que he tenido en Merlo han sido “Los de la Peña”, también he tocado con “Solfear”, Sonia Amaya, gente muy querida. Crecí tocando folclore, escuchando a Los Fronterizos y Los Chalchaleros, la guitarra de Falú, la suerte de conocer a Juanjo Domínguez o Luis Salinas, me ha influenciado también Joe Satriani y aprendí de todo el mundo, con quienes tengo la oportunidad de tocar.

He compuesto algo y tengo la idea de plasmarlo en un disco, tan ecléctico como he sido siempre desde varios ritmos. Si pudiera elegir con quienes tocar, Juanjo sería uno de ellos, en el plano real con Luis Salinas y con mucha gente de la zona que ya tengo el sí seguro. Mi familia está compuesta por mis viejos, Carlos y Olga, mi hermana Mariana, mi cuñado y mis tres sobrinos. En Merlo vivo hace cinco años con Celeste, la persona más importante de mi vida, y un gran círculo de amigos. De la internación salí con un lema: “vivir es hoy”.