Rimas, desolaciones y proyectos en la literatura puntana
Los escritores Rodrigo Terranova, Mirta Abruzeci, Francisco Scalise y Ángela Intelisano comparten sueños y tensiones creativas
Por Matías Gómez
Rodrigo Terranova
“Lo de los sonetos surgió de manera accidental. Yo escribía relatos en verso (octosílabos, estructura ABBA nomás) y los subía a un grupo de WhatsApp. Pero eran extensos, lo cual resulta molesto para leer en el celular. De ahí que pensé en usar una estructura predeterminada. Y preferí el endecasílabo porque me pareció más elegante, así como la estructura del soneto inglés (entiendo que uso esa, al menos). Y resultó que el soneto produce una forma rectangular que la pantalla rectangular del celular enmarca naturalmente, lo cual me pareció muy satisfactorio”, cuenta el escritor, diseñador gráfico e historietista, Rodrigo Terranova.
“Acerca de mi actividad como historietista, dibujante y/o diseñador, algunos amigos me dicen que los sonetos son muy visuales. Significa, supongo, que algo de esas otras actividades aparece en la escritura. Además, por supuesto, historieta, sonetos, cuentos (cosa que intento en estos momentos) son en definitiva formas diferentes de un mismo trabajo. Los sonetos los comparto por WhatsApp con algunos amigos. No uso redes sociales, les tengo prejuiciosa aversión. Entre mis contactos está Juanci Laborda, y un día me propuso editar el material en su sello, Color Ciego Ediciones. De ahí resultó el poemario ‘Caballos a la orilla de la ruta’”, recuerda el autor que nació en la provincia de Buenos Aires en 1972 y vive en San Luis desde 1985. Actualmente, Terranova piensa en un segundo volumen de sonetos, sin título aún.
“Con respecto a la rima consonante y la métrica fija, que están un poco en desuso hoy, tal vez tenga que ver con el gusto que me daba escuchar el disco de Serrat sobre poemas de Machado, cuando era chico. También, me siguen gustando Machado y Baldomero Fernández Moreno, las voces de Yupanqui y Zitarrosa, de Lou Reed y Juanse, los versos de Homero Manzi, de Brassens y Brel, más los poetas que descubro a través de mi amigo Federico Reggiani, finísimo lector y escritor: José Watanabe, Hugo Padeletti y tantos otros», detalla.
"Los mundos de catorce versos que se despliegan en estas páginas se originan cada vez en una imagen cotidiana: tumbas con decoraciones futboleras, un camión de cerveza volcado, un viejo político, un corte de luz, alguna noticia policial, una fotomulta. La forma —la rima, la métrica, el venerable soneto—, lejos de ser una restricción, funciona como una máquina que convierte la imagen en relato y en iluminación. El resultado, un conjunto de versos memorables en el más literal de los sentidos: versos que se ofrecen para ser memorizados. ¿Cuándo fue la última vez que aprendimos un poema de memoria?", apunta Reggiani en el prólogo de “Caballos a la orilla de la ruta”.
Terranova como historietista participó del blog “Historietas Reales”. Ha publicado también los libros “La Divina Oquedad”, “Dos Estaciones” y “Hornero”. En 2018 ganó un accesit en el II Premio Literario de Novela Gráfica organizado por la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas con su trabajo “El Reino de este Mundo”.
Mi madre va a mudarse y por lo tanto, igual que cada vez en el pasado, me llama y me comenta que ha empezado a regalar sus pertenencias. ¿Cuánto? Lo más que pueda, todo lo factible. Si cabe en una bolsa, hasta la vista. Provecho del vecino oportunista (que incluso liga algo comestible: ya descongela, madre, la heladera). Los bultos se volaron con el día. La casa que abandona está vacía. Vacía está la casa que la espera. Persigue que su espacio se complete con lo que no transporta ningún flete.
Mirta Abruzeci
«Mi infancia fue muy rica en lecturas. Amaba leer. Los primeros libros que vienen a mi memoria son Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, Botón Tolón de Constancio C. Vigil, Mujercitas y Hombrecitos de Louise May Alcott; ya más hacia la adolescencia me apasioné con ´El diario de Ana Frank´ y fui entrando en el mundo de la poesía: Alfonsina Storni, Federico García Lorca y tantos más», indica Mirta Abruzeci, que nació en Buenos Aires y vive hace 27 años en Merlo.
«No creo que haya habido un momento en que decidí dedicarme a escribir. Escribir me salía naturalmente, como respirar. Simplemente me apasionaba volcar mis sensaciones en mi cuaderno. No lo analizaba en función de oficio. Ni aún ahora lo hago. Simplemente escribo. Publiqué empujada por mis amigas, hasta ahora sólo publiqué dos libros, el primero en tándem con tres compañeras de taller al que asistíamos, el de la escritora María Neder. Lo titulamos ‘Cuatro voces en acorde’ con Elsa Abate Daga, Élida Rovelli y Ángela Intelisano. Años después, el segundo, ‘Poesía Secreta’. También me publicaron en algunas antologías», expresa.
“El panorama literario provincial se ve potencialmente interesante. Hay muchísimo movimiento. Escritores jóvenes y no tan jóvenes, participan de los talleres literarios que se ofrecen en forma permanente. Publican. Buscan hacerse conocer, se mueven. Vivir en Merlo es lo que da marco a escribir en un clima mágico, vital. Esta maravillosa provincia es parte de mi identidad. Aunque por otro lado me siento muy porteña, porque nací en un barrio de Buenos Aires, Parque de los Patricios, allí hice mi escuela primaria y secundaria, allí trabajé hasta llegar aquí, en 1994”, reflexiona.
¿Qué todo está mal? ¿Qué ésto no es poesía? Es posible Aún así, no me importa lo dije antes y lo repito ya no busco la metáfora perfecta ni la rima, ni la belleza del verso busco la verdad y esa hermano ¡cómo cuesta! Poemas para armar En tanto sueño aparecen los poemas Después se van como vinieron Sólo dejan sensación de pérdida. Desolación.
Francisco Scalise
Con 25 años, Francisco Scalise es estudiante en ciencias políticas, escritor, filósofo y amante de las artes teatrales. Es escritor desde los 12 años y hasta la fecha lleva editados dos libros: “A la Muerte del Ruiseñor” y “Prosas sobre el Suicidio y la Época”, como también publicados un sinnúmero de trabajos en revistas, antologías y medios audiovisuales. Trabaja en la Secretaría de Extensión de la Universidad de La Punta.
“La filosofía me apasiona desde tiempo antes de que supiera de qué se trata, y es que sin saberlo en la pre-adolescencia me nutría de ideas de manera autodidacta y no sería sino hasta los 16 o 17 años que empezaría a estudiar filosofía en la escuela, conociendo obras, corrientes y autores de todas las épocas”, repasa.
“Me acerqué a la lectura entre los 10 y 11 años por medio de las obras que me asignaban desde la escuela, aunque sería poco tiempo hasta empezar a leer por motivos propios. Ya a los 13 años, y un poco insatisfecho por los libros que leía, empecé a escribir cuentos, aforismos y prosas poéticas, para que con el paso del tiempo incursionara en más amplios géneros y con ello desarrollar mejor mis divagaciones filosóficas”, expresa el autor que nació en Buenos Aires y vive en la ciudad de San Luis.
“Idealmente, los momentos del proceso creativo son dos: el tener las ideas y el escribirlas. Esto no sucede así, porque el proceso es caótico y no es lineal. El momento de la producción (cuando uno pone en palabras sus ideas o intenciones) es ante todo provisional, es decir, no cabe esperar que no se vaya a modificar y quizá mejorar. Sin embargo, ese momento original con todos sus imperfectos, es la verdadera catarsis y el desahogo más sincero que tiene para sí el escritor. Para el lector, sin embargo, ese factor es invisibilizado, pero mis obras buscan evidenciarlo. Y al no poder escapar en mi propio proceso de ese momento, este se vuelve mi preferido”, comparte.
“Siempre pienso que si los libros fueran hijos, mi primer libro sería el bastardo. Para cuando pude tenerlo impreso ya sabía que podía escribirlo mejor y prefería que mi segundo libro fuera de hecho el primero (Esto no fue así. El editor no lo quiso así. Y se lo agradezco.). Sin embargo sentí el esfuerzo terminado, el mundo que se me había vuelto pequeño durante los meses de escribirlo, volvía a su tamaño real. El segundo libro, más cruel con el mundo y menos conmigo, se sintió primero como un alivio y más tarde como un encargo de escribir un tercero. En muchos casos, lo que más me inspira es la gente, tanto para bien como para mal. Gente desconocida mientras urde su cotidianeidad. El acceso más directo que uno consigue en San Luis o en La Punta a la naturaleza también suele interpelarme a través de sus climas y en sus distintas horas. Diría que para la poesía o los aforismos me inspiran más las personas y la filosofía, mientras que, cuando escribo filosofía o cuentos me hallo mejor inspirado con base en ambientes, paisajes o retratos extraídos de sierras, bares, museos, bibliotecas o la urbe en general”, señala Francisco.
“Tengo varios proyectos en proceso: Un libro de aforismos literarios y filosóficos, el cual es de todos el más terminado y próximo a editarse espero. Un poemario, del que ya he estado difundiendo poemas. Y un proyecto lejano que apenas se está formando es el de escribir una novela (que es, por así llamarlo, mi gran pendiente). Verdaderamente, la literatura actual está cuantiosamente muy nutrida y muy fértil, empero, cualitativamente se pierde en varios casos particulares, tanto por editores como por autores, el objeto de crear y qué crear y para qué crear, lo que fuera que creen. Entonces proliferan las creaciones copiosas que persiguen un intento insustancial por introducir algo, que en detrimento de todo lo demás, pueda ser apreciado de novedoso. En todo caso, esto no es algo exclusivo de la literatura. En pocas palabras, el problema al que me refiero, es que la actualidad puede llegar a pesar más en la literatura, que la literatura misma”, asegura el escritor que pertenece al taller literario Silenciosos Incurables, a la Revista Cultural El Viento, a las Naciones Unidas de las Letras y a la Comunidad Wabi Sabi.
"«El Ruiseñor vertía a su sed la tinta de su pluma escribiendo amores, mas nunca supo que le invadía el hambre». Reflexioné empático a su irresistible fanatismo por la tristeza… por ese entonces pensaba que la tristeza era lo más hermoso que pudiera darme la vida." Fragmento de A la Muerte del Ruiseñor.
Ángela Intelisano
“Empecé a escribir en la adolescencia en forma natural con reflexiones, pensamientos, observaciones de la realidad y desde entonces nunca dejé de hacerlo. La escritura fue parte de mí, un amor sostenido y estimulado, más allá de toda circunstancia. Disfruto de cada etapa y aspecto del proceso creativo, de tener ideas inspiradoras que me impulsan a tomar lápiz y papel, o ir viendo imágenes, percibir otras sensaciones, sentimientos que llegan sin saber cómo ni de dónde, impulsándome a convertirlas en palabras. También, disfruto de las correcciones tratando de perfeccionar la forma, el contenido, el ritmo, la musicalidad y el resultado final, especialmente cuando lo siento logrado”, se presenta la escritora que es hija de inmigrantes italianos y nació en 1948 en Buenos Aires.
“Las participaciones en las antologías “Cuatro voces en acorde” (2006), “Palabras que ruedan (2015) y “Tierra fértil” (2018) me produjeron gran alegría por saber que los textos impresos facilitan que otras personas accedan y se comuniquen con ellos. También, por compartir en el mismo espacio físico, es decir en el libro, este camino de la escritura, enriqueciéndonos mutuamente”, agrega Ángela quien ha estudiado pintura, dibujo, teatro y escultura. Asimismo, ha obtenido premios literarios y una beca de escultura en BAS XXI.
“Vivo en El Rincón, Merlo, y siempre es fuente de inspiración. Los sonidos naturales, la vegetación, aromas, movimientos, los animales, las sierras, los cielos, todo en constante metamorfosis, ofreciendo tanta belleza y generando estados intensos que después germinan en palabras. Mi mayor proyecto creativo es trabajar con la gran cantidad de textos, mayormente poesías y algunos cuentos o relatos, para iniciar el proceso de edición y que dejen de ser archivos y hojas impresas. Actualmente creo que hay muchas nuevas visiones de lo literario y cantidad de aportes de los nuevos tiempos y tecnologías que suelen enriquecer y generar nuevos intereses en el lector”, opina la autora que participa en los encuentros “Palabras al pie de la sierra”, organizados por la escritora Liliana Mainardi.
Cuando mirás al sol, ves en la noche al cielo con la luna tan plena esbozando ese gesto que no sabés si es burla, desazón o nostalgia. Masticás otra vez tu desamparo, te ves en el espejo con desnudez y frío y te cuesta creerlo. Te asombrás estaqueado en un suspiro frágil, casi yermo.