Por Fabiana Lozada Valle (*)

Su mirada se detuvo impactada, ante aquella imagen. La piel de sus manos parecía un papel arrugado, también su cara llena de pliegues, algunos más marcados que otros.
En silencio comenzó a desnudarse y así contemplar la biblioteca de su cuerpo, de sus brazos colgaba piel, como si fuesen hojas a punto de caer, pero seguían aferrados a viejos abrazos, en su pecho descubrió algunos manchones de tinta de besos y suspiros callados, sus costillas marcaban la colección de historias pasadas, algunas de ellas, sin un final.
Su color de piel había tomado un tinte amarillo como un libro viejo, tan viejo que ya nadie deseaba estrecharlo contra su pecho.
En sus piernas logró encontrar algunos tachones en forma de cicatrices, y várices llenas de tinta azul que brotaban a montones.
Suspiró hondo y temblorosamente cubrió su cuerpo, no quiso seguir. Estaba llegando a su página final.

(*) Soy Fabiana Lozada Valle, vivo en ciudad de San Luis, provincia que me cautivó con sus paisajes y su gente. Escribo desde muy joven, considero que es una manera maravillosa de poder expresar emociones, miedos alegrías  propias y también de otras personas. También me gusta pintar. Soy coach ontológico profesional, profesión que ejerzo desde el amor, el compromiso y placer de acompañar mujeres de cuarenta años en adelante a redescubrirse en esta nueva etapa de vida.