Reportajes

Ine Lanfranchi-09-01-2022

Soy María Inés Lanfranchi, de 54 años, nací en la CABA, el 27/8/1967. Cuando comencé a trabajar donde fuere me decían Ine, por lo que comprendí que yo transmitía ese sonido y lo adopté.

Mamá era Luisa Clara Giacuzzo que falleció de muerte súbita en 1992 a los 50 años. Su padre Pedro, vino de Italia luego de la 1° Guerra Mundial. Se radicó en la Capital de Buenos Aires y formó familia con Inés Bustos. Era peluquero de damas y ella lo ayudaba. Papá era Aníbal Armando Lanfranchi que falleció en el 2018. Oriundo de Chivilcoy se fue a conquistar “la capital”. Fue bancario y mi madre docente de Educación Especial. Era emprendedora, trabajadora y empática, creó tres instituciones públicas, una de ella hoy lleva su nombre: “Taller Protegido LUISA CLARA GIACUZZO” en Tres de Febrero.

Arribé a Merlo, casada, pero mi ex esposo no se adaptó y regresó a Buenos Aires. Estoy con mis dos hijos Rodrigo (21) y Macarena (17), emprendemos proyectos culturales, somos un equipo de trabajo que denominamos RoMa “Refugio de las artes”, llevamos adelante la 1° feria del libro virtual y solidaria “Nacerá lo que seamos capaces de soñar” de Merlo al Mundo desde el 16 de septiembre del 2020 por 24 días de transmisión ininterrumpida. Somos muy pujantes.

De niña viví en un departamento en Villa del Parque. Allí jugaba con una jungla de animalitos, la bolsa era enorme y armaba historias. Veía novelas mientras tejía. Le hacía sweaters a toda la familia. Pero los juegos más activos sucedían cuando iba al campo de mis abuelos paternos. Ellos, tenían una estancia en San Sebastián. Mi abuelo Armado Eustorgio, trabajaba la tierra. Cuidaba el ganado, cultivaba su monte de frutos, tenía panales de abejas y tejía redes para ir a pescar al “Salado”. Construyó la única fábrica de leche pasteurizada del pueblo. Su esposa, María Luisa Schenone, activamente protestona, hacía el tambo a la madrugada, me despertaba con dulce de leche casero, galleta y mate cocido, cuidaba, las gallinas y recogía docenas de huevos. Yo cabalgaba imaginando que era una protagonista de “Bonanza” o la “Mujer Maravilla”. Allí era libre y feliz.

Estudié en la Misericordia de Devoto, luego Terapia Ocupacional y en paralelo docencia. Me recibí con ambos títulos y accedí a cargos titulares en Educación. Luego realicé un posgrado en Estimulación Temprana, en el “Instituto Dra. Lydia Coriat”.

Decidí publicar Merlo SLU donde realicé la especialidad de “Coaching Ontológico” en Axon Training para dedicarme al Coaching Literario. Actualmente estudio a Gustav Jung en Eleusis, institución hiberoamericana, donde soy parte del staff. Abrevo los elementos teóricos de mitos, anima, animus, arquetipos, inconsciente colectivo, para aplicarlos en mi literatura.

Cuando conocí a Ciruelo Cabral y Liliana Bodoc, descubrí verdaderamente los mundos fantásticos con metodología y trabajo. Me defino “Enlazadora de Mundos” como dice mi sello Maya. No le temo a casi nada, sólo a la enfermedad, pero no a la muerte. Si hay que estudiar, si hay que trabajar, si deseo escribir, lo hago con la mayor seriedad posible. Me tomo la fantasía como un credo, un mundo que merece respeto, ética y compromiso con lo Sagrado, donde el egoísmo no existe y si descubro algo lo brindo en grupos de estudio, charlas y formaciones.

Me enojan los egos que secan almas, los medios que difunden lo que les place muy lejos de compartir los aspectos luminosos para motivar las personas a superarse. Detesto las injusticias, los abusos sociales y si mis hijos están involucrados me enfurezco. Defiendo mi hogar, mi territorio y a los que amo como una verdadera Dragona embravecida. Si bien puedo estar en mundos paralelos, para nada estoy ajena a la realidad concreta, materialista, lamentablemente de consumo.

Me gusta la música latina, de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat me enternece escucharlos cambiar de voz, hacerse mayores. Para levantar el ánimo, escucho a Rossana, me llena de potencia y si quiero bailar escucho rock.

Amo viajar. Acepto todas las oportunidades que se me brindan. Para estar ágil hago pilates. Visito a mi hijo que estudia en la UNSL, voy al Trapiche a conversar con Romina Bodoc, la hija de Lili. Soy muy selectiva con las amistades. Deseo estar con quienes puedo ser YO, compartir charlas reflexivas, divertidas, atrevidas o hablar de los hijos adolescentes.

Heredé de mi padre la honestidad. Él fue tesorero del Banco Nación en Plaza de Mayo toda la vida, era quien firmaba movimiento del dinero a todo el país. De mi madre la simpatía, empatía, y el empuje para hacer cosas nuevas.

En San Luis estuve muchas veces. Di cursos, tuve novios en mi juventud, disfrutaba de la tranquilidad y me imaginaba viviendo como si fuera un sueño. Construí una familia estable, en Tigre, Buenos Aires y cuando nos cansó la violencia por hiperpoblación de barrios privados, nos vinimos a Merlo. Siempre hubo un imán con San Luis. De joven me atraía por momentos, hasta que me eligió para quedarme.