La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

El arte de curar las heridas emocionales

El psicólogo español Tomás Navarro profundiza también en ideas como la fortaleza y la aceptación de las imperfecciones para llevar una vida más plena

Por Matías Gómez

Tomás Navarro es famoso en YouTube por sus reflexiones entre las montañas del Pirineo catalán donde organiza además sesiones al aire libre con sus pacientes. Asimismo, es formador, consultor de empresas y coach. Autor, entre otros éxitos de venta, de los libros ‘Fortaleza Emocional’, ‘Kintsukuroi: el arte de curar heridas emocionales’ y ‘‘Wabi Sabi: aprender a aceptar la imperfección’, y ´Piensa Bonito´.

– ¿Qué factores pueden predecir el estilo de gestión de la adversidad?

-La adversidad es consubstancial a la vida, pero no entrenamos a nuestros hijos a gestionarla. Cada uno aprende como puede, pero tenemos que ser conscientes de que precisamente, cuando estamos sufriendo, no es el mejor momento para analizar, tomar decisiones o consolidar aprendizajes.

Afortunadamente sabemos que determinados estilos de gestión de la adversidad pueden ayudarnos a completar con éxito los retos que nos va proponiendo la vida. Que se pueda enseñar es una gran cosa ya que podemos crear unidades didácticas y generar material educativo.

Tenemos aislados algunos factores que son buenos indicadores de un pronóstico positivo. Por ejemplo, sabemos que una persona analítica, paciente y con un buen locus de control interno tendrá más éxito en la gestión de la adversidad. Por otro lado, al contrario de lo que se pueda pensar, la experiencia por sí misma no es un buen indicador de gestión de la adversidad por dos motivos. En primer lugar, porque para aprender de la experiencia hace falta unas cualidades que no todo el mundo tiene o que no aplicamos en todo momento y, en segundo lugar, por el efecto fatiga.

– ¿En qué consiste la indefensión aprendida que estudió Seligman y cómo superarla?

-La indefensión aprendida es la creencia de que haga lo que haga no va a servir para nada. Una vez instalada esa creencia nos quedamos sumidos en la desesperación esperando ver qué pasa con los caprichosos designios del destino. Pero lo cierto es que somos más competentes de lo que creemos y el hecho de que nunca hayamos hecho frente a un determinado problema no implica que no tengamos recursos para hacerle frente.

La desesperanza aprendida se combate con seguridad, con valor, con un entrenamiento en gestionar pequeñas adversidades, incluso de manera controlada, pero que desarrolla en nosotros y en nuestro autoconcepto la percepción de competencia ganando más seguridad y ampliando nuestro repertorio de recursos de afrontamiento. Yo, particularmente, lo entreno a menudo con mi hija cuando vamos a escalar o de excursión. Suelo plantearle problemas que resolver que le estimulan y le generan emociones positivas al solucionarlos.

– ¿Podría profundizar un poco más en esa idea de que la automotivación está relacionada también con la responsabilidad?

-No podemos esperar que nos estén motivando siempre y a todas horas. Si bien es cierto que a nadie le amarga un dulce y que toda palmadita en la espalda o reconocimiento es bienvenido, no podemos condicionar nuestra vida a la motivación ajena. La automotivación se basa en la responsabilidad, en hacer las cosas con sentido y en ser consciente de las decisiones que tomamos y dejamos de tomar.

Cuando uno piensa en renuncias, en un trabajo sin sentido o en un proyecto difícil, es fácil que aparezca la desmotivación. Pero cuando pensamos que a menudo lo que nos pasa es la consecuencia de nuestras decisiones, y cuando nos ponemos a valorar de manera madura y con perspectiva la vida que tenemos, que elegimos o en la que nos acomodamos, resulta mucho más fácil encontrar esa automotivación en la responsabilidad. Mi mejor consejo para no tener problemas de motivación es que vivas una vida con sentido.

– ¿Por qué el excesivo uso de las redes sociales suele contribuir al perfeccionismo?

-Solemos ver “realidades” perfectas y nos olvidamos que esa foto, ese post o ese vídeo está producido, editado, retocado y con mil filtros. Si nuestro elemento comparativo es la irrealidad de las redes sociales cualquier comparación que realicemos será perjudicial y por lo tanto frustrante.

-¿A menudo las rarezas suelen ser fortalezas?

-Sí, como en mi caso. Mi mayor rareza era mi sensibilidad, sensibilidad que he sido capaz de convertir en mi principal virtud. Que alguien no te valore no significa que no tengas valor. Desde muy pequeños recibimos consejos con toda la buena intención del mundo, pero esos consejos no tienen porque ser buenos para nosotros ya que el contexto, objetivos y prioridades de la persona que nos los da no tienen porque ser como los nuestros. Por otro lado, intentamos normativizarlo todo y en exceso.

En mi libro ‘Wabi Sabi’ hablo de la belleza de la imperfección y se lo dedico a todos los raros, pequeños monstruos como a mi me hicieron creer cuando en realidad nuestras rarezas nos dan carácter y nos convierten en personas extraordinarias.

– ¿Por qué sostiene que el éxito tiene más que ver con la libertad (interior y exterior) que con el reconocimiento?

-El reconocimiento solo genera esclavos y adictos dependientes y privados de libertad. El precio que pagamos por ser reconocidos es demasiado elevado y el reconocimiento es tan efímero que no merece la pena.

Tomás Navarro, psicólogo y escritor.

Recuerdo un cliente al que traté un verano. Era un deportista de élite, estaba pasando unos días de vacaciones en un superyate, pero no quería volver a los entrenamientos. Tenía millones en su cuenta corriente, los niños de todo el mundo le admiraban, pero no podía elegir cuando quería tener vacaciones. Libertad, esa es la clave. Jamás pagarás un precio demasiado elevado por ser libre.

No sirve de nada estar encerrado en una jaula de oro y diamantes con juguetes caros si sigues siendo preso de una vida que no deseas, no eliges y no controlas.

– ¿Qué ha aprendido al llevar su consultorio hasta la montaña y qué le han enseñado sus perros cuando lo acompañaban? ¿Qué valores o perspectivas considera que nos pueden aportar tanto la cercanía con la naturaleza como los animales, sin que eso implique una idealización?

-No es una idealización, es una realidad. El medio natural resulta inspirador y la actividad física moderada es un facilitador del proceso de pensamiento. Si bien hay personas que tienen miedo y odian a los animales, en general un perro entrenado, bondadoso, achuchable y noble relaja, ofrece seguridad, confort y me ayuda en el proceso.

Me resulta completamente incomprensible que en una hora de sesión tengas tiempo de relajar al cliente, de estimular su comunicación y de darle recursos. Todo requiere de un tiempo y de un proceso y trabajando durante horas o días he conseguido resultados tremendamente prolíficos.

– ¿Podría desarrollar brevemente los conceptos de Kintsukuroi, Mottainai, Wabi Sabi? ¿Por qué le parece que el lenguaje japonés es más permeable a estos matices en las ideas y experiencias?

-Me gusta explorar diferentes culturas para poder aprender lo bueno de cada lugar. Todas las culturas tienen elementos maravillosos y elementos a evitar. En este caso, la japonesa tiene muchos conceptos que ilustran elementos de psicología que trato con mis pacientes.

Kintsukuroi es el antiguo arte de reparar la cerámica rota, pero eso sí, dejando a la vista las cicatrices de la rotura y pintándolas con oro de tal manera que la fragilidad de la pieza pasa a ser su fortaleza manifiesta. Las personas, como la cerámica, somos fuertes y frágiles a la vez y me pareció una analogía maravillosa sobre la resiliencia.

Mottainai hace referencia a que no podemos dejar perder algo valioso como por ejemplo una experiencia o aprendizaje, y Wabi Sabi es una corriente filosófica que asume que la vida es imperfecta, incontrolable e inestable pero no por ello menos bella.

-En su obra Kintsukuroi confiesa que, aunque ha escalado montañas y ha navegado por cauces peligrosos, es una persona bastante miedica, ¿De dónde saca valor?

-A veces me planteo pruebas a mi mismo para poder confirmar que puedo afrontar situaciones nuevas y desconocidas. De todos modos, ese miedo lo sé gestionar y lo traduzco en prudencia, no en evitación. Cada año cambio el material de escalada, los márgenes de seguridad son muy amplios y siempre gestiono bien los tiempos. Por ejemplo, en una expedición que hice al Aconcagua, mientras yo estaba con un equipo de 11 personas que nunca habían estado a tanta altura, murieron varias personas de diferentes expediciones. De la mía nadie, ni un rasguño, coronando la cumbre, pero con un margen de seguridad amplio, traduciendo el miedo en decisiones conscientes, no en evitación ni parálisis.

– ¿Puede compartirnos algunos detalles de su último libro Piensa bonito?

Piensa bonito´ es una revolución en la psicología. Últimamente se habla mucho de emociones y nos hemos olvidado que somos lo que pensamos y que, en última instancia, nuestro cerebro acaba interpretando esas emociones. En este libro analizo los errores que solemos cometer al pensar, y propongo soluciones para cada uno de ellos. Si queremos una vida bonita tenemos que pensar bonito. Conozco a personas muy inteligentes que tienen una vida terrible. Pensar bonito no es un nuevo tipo de pensamiento, pensar bonito es una nueva manera de aplicar el pensamiento.