Esos detalles
Por Ivana Cabrera (*)
Quizás hace tiempo ya habías empezado a estar cansada porque se apagó el brillo de tu voz al discutir al pedo por todo.
No sé cuándo largaste una media en el pasillo y otra en la pileta del baño. Ni cuándo la mesa del comedor se desbordó de cosas no guardadas. Ni porqué el televisor estaba todo el día prendido sin que nadie lo mirara.
Tampoco me di cuenta de esos pequeños detalles de los que vos siempre te ocupabas: las tortitas recién hechas que bajabas a buscar a la panadería de doña Luisa y con las que todas las mañanas me cebabas el mate amargo; el agujerito que se fue haciendo cada vez más grande en el codo de mi suéter; las plantas que se pusieron lacrimosas porque no las regaste más; los restos de jabón y cuerpos, acumulados en las esquinas de la bañera; las puertas de los placares semiabiertas porque se perdieron las perillas (o como sea que se llamen); las botas para la lluvia calcinándose en el balcón; la heladera con un pedazo de pan con moho y una leche vencida; los besos cada vez más esquivos y superficiales; el amor a las apuradas; las salidas al ¿cine? con álguienes que no conozco.
Tantas otras nimiedades que, ahora que lo pienso, eran indicios de algo que yo no descifraba. O que no quería advertir. Jamás dudé de vos ¿Sabés? Ni siquiera lo hago ahora.
Esta mañana te pusiste el jean negro, una camisa y, con la mochila al hombro, me dijiste que más tarde nos veíamos. Ni te pregunté adónde ibas. Di por sentado que venías a hacer el almuerzo como todos los días, claro.
Recién llego a casa. Medio malhumorado porque no tuve un buen día en el laburo. No estás. Ya me estoy calentando porque tengo hambre y tengo que volver a salir. Te espero un rato. No llegás. En la heladera no hay una mierda. Y ya estoy furioso.
Suena el celular. Sos vos. Ya estoy listo para putearte. Pero antes de que diga nada me decís que no vas a volver. Solo eso. No das explicaciones. Tampoco las pido. Simplemente me pregunto quién puta va a hacer ahora las cosas de la casa.
Sin saberlo yo, esta mañana fue la última vez que me cerraste la puerta del lado de afuera y me dejaste encerrado, adentro.
(*) En San Luis, la tierra que me vio nacer, vivo apasionada por las letras que leo y escribo con la esperanza de que, al florecer en el papel desnudo, se me revele la corazonada de que la pureza no está en peligro. Soy Ivana Eugenia Matilde Cabrera Integrante del Taller Silenciosos Incurables de Viviana Bonfiglioli.
Hermoso.
Excelente!!! Y tu biografía también!
Una pintura llena de detalles!