Latir la vida
La poeta merlina Micaela Díaz va en busca de conexiones y resonancias entre paisajes soñados, circulares o celebrados en su tercer libro
Por Matías Gómez
“Estas páginas contienen tres grandes latidos, en una especie de círculo que nos lleva a crecer en el tejido/vuelo de la vida”, indica la joven autora en referencia a su último poemario “Latir la vida”, publicado a fines del año pasado, mediante la editorial Caminos de Tinta.
“La escritura, y la poesía en especial, son maneras de ir encontrándome y reconocer lo que voy sintiendo. También asumiendo que hubo momentos en los que me era imposible manifestar o compartir con otros mis emociones, malestares o alegrías. Me costaba mucho o era como que quedaba todo eso guardado”, reflexiona.
“Pero cuando participé en el taller literario ‘Silenciosos Incurables’, con la profesora Viviana Bonfiglioli, me di cuenta que cuando escribía sobre otras personas también había cosas de mí enraizadas en esos textos. Entonces, desde ese lugar, me encuentro con lo más profundo que estoy siendo y, a veces, cuando me pierdo puedo volver a esos poemas para recordar esta parte que necesito de mí”, agregó.
“Latir la vida” está dedicada a Carlos “El Tano” Facini, profesor de teatro comunitario. Mientras que las fotografías de tapa y contratapa son del artista boliviano, Sergio Escobar. La obra está dividida en tres latidos.
“El primer latido, como ´nos dicen desde el nido´, refiere a lo cercano, donde nacimos nuestros nidos hechos con ramas de espinillos, los brotes que queremos regar y cuáles podar en la vida misma. Lo que tenemos naturalizado porque no conocemos otra cosa, como maneras de concebir el amor. Nos lleva de andar como muertos ambulantes a una vida nueva”, explica.
“El segundo latido, como ´cabello entre rendija´, nos lleva de la vida simple a una vida desde el amor. El amor como esa alegría de estar viva cada día. Y nos recuerda también que siempre nos queda algo de aquello que hemos amado, al igual que los cabellos que quedan en la rendija o rejilla de la ducha”, describe.
“El tercer latido, como ´ave con sangre de viento´ nos lleva del amor a la expansión, al sentido comunitario, y aquellas personas que nos han invitado a latir más allá de nosotros. En ese sentir comunitario, también está implícito el latido latinoamericano de respeto a los pueblos originarios”, detalla.
“Y todo el libro a su vez está atravesado por lo que pude vivir en Perú en 2019, fueron 4 meses de movilidad estudiantil en los que me vi siendo yo misma, sola, pero con mucha seguridad y a 3850 msnm, a las orillas del Lago Titikaka, con “k” que es como lo escriben los pueblos nativos en esa región”, comparte.
“La presentación en la Casa del Poeta, en Merlo, en diciembre del año pasado fue algo que soñé desde que me hice consciente de lo importante que es ese centro cultural para nuestro pueblo. Por eso estoy tan agradecida de haber podido compartir letras/latidos allí. Fue una celebración realmente, en la que dimos inicio con el recitado del ´Romance del niño del agua´, texto que amo de Agüero. Me pareció lo mejor; como respeto a la obra del dueño de casa y por lo magnífico de esta también”, expresa la escritora.
Primeros latidos literarios
En 2017, Díaz publicó dos libros experimentales “Vendaval létrico y “Pantano de palabras” con la Perniciosa Ediciones, en la capital puntana.
“Ahí junté todos los textos que tenía hasta el momento, y seleccioné sólo los de prosa poética. La presentación se hizo en el Centro Cultural ´José La Vía´’. Y fue el primer momento concreto en que sentí la emoción de compartir mis textos y que más de dos personas en el ambiente lloren. Algo les llegó”, recuerda.
“Desde allí me quedó como una manta comenzada a tejer, y seguí hilando con cada poesía nueva hasta inicios del 2021. Luego de varios intentos de encontrar una manera de unirlas para hacer un libro, llegué a sentir que si algo tenían en común todos esos puntos/esas poesías es que me hacían sentir la vida, latiendo diferente al compartirlas, como cada vez que me siento haciendo/siendo/compartiendo arte”, apunta.
“En 2018 acompañé a una amiga, Licha Chirino para escribir su biografía. Así nació ´Cenizas de vida´ donde aparezco como compiladora. La función que tuve fue escribir el libro en primera persona, darle forma con todo lo que yo conocía de Licha”, indica la autora que también ha compartido sus poemas en escuelas y centros terapéuticos de la Villa de Merlo.