Reportajes

Pascuala Carrizo Guakinchay-22-05-2022

Mi nombre es Pascuala Carrizo Guakinchay, nací en el puesto La Penca en Lagunas Guanacache, en el año 1956. Recuerdo que en los días de la niñez ayudaba a mi madre a realizar el pan casero, y también era la primera que lo consumía. Era muy lindo buscar leña, cargar el horno.

En la madrugada los más grandes se levantaban a ordeñar y nosotros en la mañana teníamos permiso para ir con un pedazo de torta al rescoldo a tomar leche al corral de las vacas. Son recuerdos muy bellos. Nos encantaba meter las manos en la masa, y en el fuentón donde lavaban la ropa. Recuerdo que para ir a pasear a ver a los vecinos, teníamos que caminar entre el agua, a veces íbamos a caballo o caminando sobre los humedales.

Mi padre se llamaba Justo Germán, se dedicaba al cuidado de vacas. Al llegar la primavera los animales iban hacia Las Quijadas, sobre la zona sur, algunas veces venía con arreos hasta la ciudad de San Luis, donde las vendía. Mi madre, Petrona, se encargaba de la casa, de los niños y de la majada de cabras. Se extraña la gallina en arroz, los pucheros abundantes, esos olores. Tengo cuatro hermanos: Hipólito, Félix, Juan y Plácida.

Teníamos una casa para jugar, armada por nosotros, y jugábamos con los cuernos de los animales. Cuando llegó el momento de realizar los estudios, mi padre decidió venir a San Luis y comencé en el jardín de la escuela Misiones y todos los estudios primarios. Cada vez que podía volvía a mi lugar, extraño mucho de esa época.

El secundario lo comencé en el Colegio Santo Tomás, donde estuve por dos años, pero nunca logré adaptarme, entonces me cambié de colegio a la Escuela Técnica N°2. Nunca nadie me preguntó qué quería hacer, entonces me capacité para poder trabajar en las escuelas, haciendo cursos, jornadas y congresos. Siempre me gustó trabajar con los niños.

Siendo muy joven trabajé en fábricas. En 1981 comencé a trabajar en las escuelas rindiendo pruebas de aptitudes para estar al frente del aula en Educación Artística. Estuve en la escuela Martín de Loyola, luego en la escuela 17 de Villa General Roca, también en Salinas del Bebedero.

Con el nacimiento de mis hijos, dejé la actividad en las escuelas y fui a trabajar a una fábrica durante unos años y luego retomé la actividad escolar nuevamente, durante mucho tiempo fui docente en la escuela de Nogolí. Cuando se gestó la Ley sobre Culturas Originarias me di cuenta que era útil, vinimos a pedir agua y conseguimos que nos escuchen y nos ayuden. En el año 2006 comencé a trabajar en la función pública, primero siendo jefa de área de Culturas Originarias dentro del Ministerio de Inclusión, luego a cargo del Programa Culturas Originarias.

Ahora creo que ya es posible el rescate de la memoria antigua de nuestros pueblos originarios, porque tienen muchas cosas para aportar a nuestra sociedad. Nuestra comunidad tiene la administración de la Posta del Cuyum, ubicada en el mirador de las Sierras de las Quijadas, un lugar precioso y privilegiado que no muchos pueblos originarios tienen, estamos en el proceso de restitución de tres mil hectáreas del Parque Nacional a nuestro pueblo originario.

Recuperar una partecita de la tierra que históricamente ha sido del pueblo Huarpe es muy importante y valioso, no solamente por la deuda histórica que los estados tienen con los pueblos originarios, sino porque además sirve como precedente y esperanza para otros pueblos.

Vivimos con mucha esperanza y alegría de tener un trabajo genuino, una nueva oportunidad para los jóvenes de que puedan trabajar y progresar dignamente. El comienzo de todo logro es soñar, así soñamos con tener un poco de justicia dentro de la sociedad y en San Luis se ha podido, soñamos con viviendas dignas y tenemos viviendas hermosas que construyó el gobierno. El rol de la mujer en la comunidad en general es de acompañar a su pareja, antiguamente era un matriarcado. En relación a los cambios sociales, sabiendo los movimientos de acuerdo a las tendencias, en nuestra comunidad se notan esos cambios, vemos que la mujer tiene un nuevo impulso que antes no existía, eran un poco más sumisas.

A mí me gusta situarme en mi identidad que es donde me siento más cómoda, siempre digo que tratemos de hablar mirándonos a la cara porque de esa manera creemos que no podemos ser irrespetuosos. Desde esa consigna de ser respetuosos y considerarnos unos a otros podemos ser una sociedad mejor, más justa, más equilibrada.

No existe lo femenino sin lo masculino, en todos los aspectos de nuestra cultura está la dualidad. Mi familia está formada por mis tres hijos, Sandra, Alejandro y Gustavo. Estoy en pareja con Américo. Al no tener tanto tiempo disponible, lo que me gustaría, es volver a tejer con lana, y también pintar, hoy tengo más tiempo de fotografiar a mi gusto los paisajes de mi tierra como atardeceres y amaneceres. Actualmente soy una referente de la comunidad Huarpe de Guanacache, a la que pertenezco, cuando hay oportunidad de decir algo sobre la historia o el presente ALLÍ ESTOY.