Permiso
Por Pedro Bazán
Ha muerto mi hermano.
Ha muerto Jorge Sallenave.
Y he venido a honrarlo.
Esta mañana me apuñaló tu muerte. Te lloro con profundo dolor desde hace horas, y recuerdo una escena repetida en distintos escenarios, con diversos colores, acordes al día o a las noches, durante los últimos veinticinco años: nuestros diálogos.
Pocos placeres comparables a nuestros diálogos, querido hermano. Públicamente ya nos hemos elogiado suficiente.
Vine a escribirte unas palabras.
Recordé nuestra fascinación por encontrar el cuento perfecto, la novela total, el poema definitivo.
Horas trituradas en cafés, cigarrillos (muchos, ambos), whisky y palabras.
Recuerdo que The Unending Gift, nos obligó a replantearnos la inmortalidad, Borges estuvo presente en cada uno de nuestros diálogos. Ese cuento nos persigue…
Recuerdo que postulaste a Bartleby, el escribiente, frente a Encender una hoguera, defendida por mí. Esa discusión aún está abierta Jorge. Gracias por Melville, sé que disfrutaste a London.
Recuerdo que el centro del Universo está en San Luis, lo demostraste unas ciento cincuenta veces. Para vos, primero San Luis, segundo San Luis y tercero San Luis.
Borges…, y San Luis, los Ovnis…, y San Luis, La Revolución Francesa…, y San Luis. Dios, el centro del Universo…, y San Luis.
Gracias por transmitirme el amor a esta tierra.
Entre nosotros; La Quinta era tu hija dilecta, prefiero El Club de las Acacias; jugaste un pleno a Trece Segundos sin Otoño, y devolví esa apuesta con La Imaginación Sumergida.
Es solitaria y algunas veces parca, la labor del escritor. Reticente al instante, indulgente con la historia, tolerante con la filosofía, estricta en las formas y apasionada por la estética. Era lógico Jorge, que fueran escasas nuestras amistades.
Desfilan en los diálogos Lafinur, la Patria, los secretos y la gloria. Pringles, San Martín y nuestro centro del Universo.
César Rosales y el inmortal Antonio Esteban Agüero, Lallemant, Nicolás Antonio, Miguel Nevot…, y la vida misma.
Hay un libro que está escribiéndose hace unos cinco años, quizás su nombre sea Principio de Identidad; es la historia de un hombre, su identidad, y su memoria. En el capítulo III, aparece Jorge Sallenave. El escritor, jurisconsulto y hombre de ideas.
Ese libro inconcluso que te recuerda en el futuro, Jorge Sallenave, es la prueba definitiva de aquel cuento memorable.
Querido amigo, este diálogo aún no termina.
A la familia Sallenave, Pedro Bazán.
Que llegue pronto, por favor ese libro inconcluso a mis manos de lectora, ferviente admiradora de tu verbo y cultura
Gracias Pedro por tan bello homenaje. Celebro por ambos el que se conocieran.