Por Alejandra Etcheverry

Detrás del grito del dolor sufrido
hay un silencio que pesa como eterno.
Detrás de la mordaza de los golpes,
de los destratos y el ahogo del infierno,

las almas de mujeres maltratadas
sangran dolientes cada hoja de la historia.
El pasado las cubre indiferente
por aquellos que no quieren la memoria.

La historia conoce pocos nombres
aunque son multitudes las mujeres abusadas.
Bajo el yugo inclemente de esos hombres
de cobarde mano cruel no señalada.

Es tiempo de cambios y de luces,
de sacar este grito de lo oculto,
de dejar de sangrar con tanto espanto,
de levantarnos más allá de cada insulto.

Ser mujeres y cambiar nuestro destino.
Ser mujeres y honrar nuestro camino.