VIBRAS
Marina Juaneu (*)
Entonces todo fluye, suave, sereno, desde el cráter en la sala de estar al resto del planeta que arde. Los guiones intermitentes se mueven apenas, uno después del otro. Son millones, es decir, se mueve uno y, para que ese movimiento repercuta en el último, falta mucho. Tanto, que quizás el primero ya va haciendo el próximo movimiento. Como si se tratara del fruncido en una cortina de voile, hilvanada en un círculo infinito, liviana, etérea, esquiva.
Los guiones se encienden, se apagan, se ven, no se ven. Juegan a las escondidas en blanco y negro. No hay grises. Son falsos grises los que presumen serlo… En realidad, son guiones amotinados y amontonados o aislados, muy aislados. A su vez, parece que todo se infla y se desinfla. Como si de la vida misma se tratase.
Parecen hormigas en fila, marchando, ahora sí, ahora no, que van por ahí, intuyendo, sin saber que saben.
Las apariencias engañan. Los símbolos colaboran. Parece que no pasa nada, pero todo pasa. Imperceptible engaño, alivio para el ser. Perceptible engaño, infierno para el ser.
Es el encuentro con mi misma esencia, siempre intentando no olvidarme, que una vez fui salvaje.
(*) Este texto de la autora de San Luis, obtuvo el segundo premio, y conforma parte del libro: Antología Prosa Poética Homenaje a Raquel Weinstock.
Su versión digital está disponible en:
certamen/