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Apropiación Cultural

De qué se trata la dinámica social por la cual una cultura afecta a otra a través de la banalización o el sometimiento

Por Gerardo Masman

La apropiación cultural puede ser entendida como la utilización de elementos culturales típicos de un colectivo étnico por parte de otro, despojándola de todo su significado y banalizando su uso. Dicho de otra forma, es lo que ocurre cuando se usurpa un elemento cultural con finalidades que nada tienen que ver con las que se le atribuyen.

Sin embargo, tal y como pasa muchas veces en Ciencias Sociales, no existe una sola definición consensuada acerca de lo que es la apropiación cultural, y por eso algunas personas añaden un matiz a esta definición: este “robo” cultural debe ser producido por parte de una cultura hegemónica o dominante, a costa de otra que es sometida a la primera.

Así, este último detalle sirve para introducir otro tema en el modo en el que podemos entender este fenómeno: las dinámicas de poder, la desaparición de ciertas culturas a costa del enriquecimiento de otras.

A diario mantenemos contacto con culturas ajenas a la nuestra. Las consumimos, y, por ende, nos vinculamos con ellas sin profundizar en su origen, significado, valor patrimonial o historia. La accesibilidad a información que antes era lejana define nuevas dimensiones y espacios de convivencia comunes entre experiencias y lenguajes disímiles, desiguales, y hasta contrapuestos.

A la imagen de una racionalidad lineal y un mundo unificado por seres globales en la posmodernidad, se le superpone un mapa extenso de diversidades, inter-textualidades, identidades e imaginarios en el que resulta cada vez más difícil encontrar conceptos cerrados, y establecer delimitaciones o etiquetas.

Los procesos de des-colonialización, y los movimientos feministas y de justicia racial, hicieron su aporte a la deconstrucción. Dicho panorama, a primera vista, parece optimista y puede generar entusiasmo en términos de integración cultural, hibridación y diversidad, pero también ha despertado sensibilidades y algunas alarmas a las que debemos prestar atención y darle lugar.

En 2013 la cantante norteamericana Katy Perry generó críticas entre el público japonés por haber actuado en la apertura de los premios American Music Awards vestida como una  geisha japonesa. Al momento de ser interpelada por dicha acción ella respondió: “Estoy muy obsesionada con vosotros (la cultura japonesa). Quiero vestirme como vosotros como si fuera Versace”, esto ponía de manifiesto su total falta de respeto por la tradición y profundidad del patrimonio cultural que implica vestir dichas prendas.

Katy Perry generó críticas, en la apertura de los premios American Music Awards, por haber actuado como una geisha japonesa. 2013

Los bonetes de guerra de los nativos norteamericanos se encuentran entre los artefactos más reconocibles al instante de la cultura nativa americana y, por esta razón, a menudo son los artículos más apropiados de su cultura. Un gorro de guerra es una pieza de protección para la cabeza hecha con plumas de águila y cuentas, usada durante la batalla o en ocasiones ceremoniales especiales por unos pocos miembros selectos de la comunidad. Se considera que el portador del gorro de guerra se ha ganado el derecho a adornar el casco a través de actos excepcionales, de valor y coraje.

No obstante, hasta que se difundió la conciencia a gran escala sobre la apropiación cultural, los no nativos usaban gorros de guerra como accesorios de moda. Eran especialmente populares como tocados para festivales de música. Varias tribus indígenas encontraron ofensiva esta exhibición casual de un artículo sagrado para su cultura y exigieron la prohibición de su uso por parte de los no nativos. En este caso artistas como The Village People o Cher hicieron uso del tocado sin respetar este pedido.

En 2019, por ejemplo, la cantante Ángela Torres se ubicó en el centro de la polémica luego de compartir en su cuenta de Instagram una fotografía suya luciendo las llamadas trenzas afro. Luego del episodio, no solo pidió disculpas sino que remarcó la importancia de llevar el tema al ámbito de la conversación social. Lo que a primera vista parecía ser un comportamiento inofensivo o hasta “cool”, llevaba en su génesis la columna vertebral de la apropiación cultural: un blanco haciendo un uso vacío de un elemento de una cultura oprimida cuyo significado desconoce, ignora y desprecia.

El reciente documental de HBO “Elvis Presley: The Searcher” analiza la práctica de Elvis de rehacer éxitos negros para su audiencia blanca. Varios de los primeros éxitos de Presley llegaron con versiones de discos de artistas negros. El público blanco nunca había escuchado nada parecido y la carrera de Presley explotó.

Los artistas negros en ese momento estaban tan excluidos de la radio blanca que muchos oyentes sin duda pensaron que Presley había sacado esta emocionante música de la nada. Es algo que no podría suceder hoy, dada la cantidad prácticamente ilimitada de plataformas que existen para la música gracias a la tecnología moderna. Afortunadamente, la audiencia de hoy tiene acceso a todos los artistas originales, además de la nueva música y artistas que han inspirado.

Un ejemplo desgarrador de cómo era realmente este tipo de explotación de la cultura negra en la década de 1950, queda claramente manifestada si buscan en YouTube la versión desalmada y exitosa de Pat Boone de “Tutti Frutti”, desinfectada para el público blanco, y luego escuchen el rock original y estridente del brillante Little Richard que la corriente principal nunca tuvo la oportunidad de escuchar o comprar.

https://www.youtube.com/watch?v=DAwBa8Pqi6Y

Luis Alberto Quevedo es Licenciado en Sociología y graduado en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de la Universidad de París, donde obtuvo la Maestría en Sociología. Es investigador del Área Comunicación y Cultura de la FLACSO, desde allí dirige varios cursos de postgrado en gestión y política en comunicación. También se desempeña como Profesor Titular Regular de la materia Sociología Política en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde fue Director de la Carrera de Ciencias de la Comunicación; al ser consultado sobre el tema expresa que la disputa sobre la apropiación cultural en Argentina y en América Latina es todavía “nueva” y forma parte de un proceso de revisionismo histórico que llevará tiempo. “En Estados Unidos tiene otra historia de mayor densidad. Rita Segato dice al respecto que allá existe porque es un país donde hay mayor compartimentación en lo que tiene que ver con la etnicidad de las personas y el peso de los afroamericanos y el mundo negro.

Pero también pasa con otras tradiciones como los originarios que son una minoría muy activa.

En Estados Unidos nació en el marco del debate en relación a que los blancos se apropian todo el tiempo de rasgos culturales de otros grupos sobre los cuales fueron opresores: usan disfraces de indígenas, trenzas afro, en Halloween se disfrazan con máscaras y vestimentas de otras culturas”.

Para concluir, Quevedo afirma que todas las culturas son híbridas por lo que es casi imposible exigir el uso exclusivo o la autenticidad de los rasgos culturales de un grupo social o étnico. Todos estamos atravesados por muchas culturas. Pero lo que sí es cierto es que los grandes apropiadores son siempre los sectores blancos, europeos, dominantes, racistas, y xenófobos. Nunca es a la inversa.

A veces puede parecer una exageración que los grupos subalternos oprimidos pidan que no se apropien de sus valores y bienes culturales, pero de hecho la identidad y la cultura es lo único que tienen, porque todo el resto se lo han quitado.

La apropiación cultural es una manera de mercantilizar aspectos culturales que han existido desde hace tiempo fuera de los márgenes del mercado, y que han sido introducidos en éste desde la perspectiva de la cultura occidental blanca. Incluso cuando esto sirve para lavar la imagen de un colectivo étnico concreto, esto es fruto del desconocimiento, señal de hasta qué punto estas poblaciones están apartadas de los centros de decisión del consumo cultural y las economías culturales.

Nativo norteamericano con bonete de guerra.