Reportajes

Roberto César Colque, 30-10-2022

Mi nombre es Roberto César Colque, es un apellido quechua que quiere decir plata en mineral. Tengo 51 años, soy nacido en Pilar, Buenos Aires. A los 12 años nos mudamos al sur, a El Bolsón, a 120 kilómetros con Bariloche, al límite con Chubut. Actualmente vivo en Villa Mercedes. Mi madre es Adela Ibáñez, ama de casa y oriunda de Tucumán; mi padre Francisco Colque, oriundo de Salta, él siempre se dedicó al trabajo en horno de ladrillo y al cultivo de chacra. Tengo 12 hermanos más dos de corazón. El amor me trajo a San Luis, esto de intentar buscar un compañero de vida me llevó a conocer a Luis, quien hoy es mi pareja desde hace 8 años. Nos conocimos a través de una red social, luego él viajó a mi pueblo y nos conocimos personalmente, cuando menos me lo esperaba me propuso vivir juntos, y así fue que llegué a esta bellísima ciudad.

Con mis hermanos nos criamos en una zona rural, recuerdo de mi niñez a mi madre, ella cocinando y amasando el pan, y nosotros ayudándole en todas las tareas diarias, lo que para nosotros era como un juego, y así aprendimos a cocinar y a alimentar a los animales, a apreciar la naturaleza en todo su esplendor.

La primaria la hice en El Bolsón, después el secundario hice hasta tercer año y dejé por tener que trabajar, ahora actualmente estoy terminando el secundario.

Cuando era niño me gustaba jugar con el barro, hacer figuras, tacitas, caminos, creo que quizás viene de ahí la inclinación, ya cuando tenía 32 años, en El Bolsón, en un centro comunitario en el que se acostumbraba a dar talleres y cursos gratuitos, con mi hermano nos anotamos en uno que daban sobre cerámica, después a la profesora le llamó mucho la atención la habilidad y la capacidad que teníamos para poder levantar una pieza de cerámica y hacer figuras de todo tipo, nos desafiaba y nosotros simplemente lo hacíamos, era una habilidad innata, por esa razón nos becaron para seguir en algo más avanzado. Después con mi hermano lo tomamos como un emprendimiento, como una profesión y así hacíamos piezas y las vendíamos en la feria regional, que es una de las más importantes de Latinoamérica y está en El Bolsón.

Hace más de 4 años que estoy brindando talleres de cerámica en el Molino Fénix destinados a adultos mayores, el agradecimiento a las autoridades del Molino por permitirme esto que provoca en mí una enorme satisfacción. También doy talleres de manera particular en mi domicilio, en un salón exclusivamente destinado para esta actividad. Se enseña todo el proceso, desde cómo conocer el material, su origen, cómo recolectar la arcilla en su estado natural para procesarla y elaborarla, todo el material está incluido dentro del curso. Hoy me toca vivir lo que vio mi profesora en mi, ver gente con mucha habilidad y capacidad, con mucha paciencia que es fundamental, ya que cada proceso tiene su tiempo en esta hermosa profesión.

Mi madre era una persona que no se permitía estar mal, tenía esa paciencia y ese amor por la familia y por la gente del pueblo, ella era muy solidaria, hubo cosas que nos enteramos de su solidaridad después de que ella falleciera, ella fundó un club de fútbol femenino y masculino, en su sepelio el pueblo entero la lloraba, la policía tuvo que cortar la ruta 40 para que el enorme cortejo fúnebre pudiera entrar al cementerio. Había sido nombrada como abanderada del pueblo 2 años antes de morir. Eso me marcó. También hace dos años atrás me diagnosticaron una malformación en el corazón, eso me asustó y me llevó a tomar la vida con más calma.

Soy una persona tranquila, no apegado a lo material, eso va y viene, trato de estar siempre bien, por mí y por los demás.

Me emocionan los niños con esa cosa que no tienen filtro y te preguntan en crudo desde la inocencia. Me apasiona la cerámica, no paso un día sin tener algún contacto con la arcilla. Las injusticias, no entiendo el mal de la gente, eso me causa pena y dolor.

En el 89 descubrí a un artista que me encantó, era Cyndi Lauper, después escucho de todo, de los 80, los 90, rock nacional, internacional, el folclore, etc.

Mi poco tiempo libre lo disfruto con mi pareja paseando, en casa con mis perros, mirando TV, hacer tareas pendientes.

Tenía 8 años cuando con otros chicos me estaba riendo de un vecino que tenía un desequilibrio mental y mi padre me descubrió, me dio un castigo y me dijo: «¿quién sos vos para reírte de los demás?», esa enseñanza me marcó. De mi madre me marcó la paciencia y el compartir lo que ella tenía.

La amistad sincera y real es como una familia, son muy importantes, tengo un grupo de amigos muy lindo y los quiero mucho.

Cuando llegué a la ciudad, allá por marzo del 2014, enseguida me encantó la Avenida Mitre con esa arboleda en forma de bóveda, es una ciudad y una provincia con muchísimo potencial, tiene lugares muy bellos para disfrutar y para cuidar, pero el problema es que acá la gente no cuida ni valora, no se toma conciencia del valor agregado.