Soy Desiré Blair, tengo 31 años y soy oriunda de San Luis. Tengo dos hermanas y un hermano mayor y vivo en La Punta.

A la infancia la recuerdo con muchos juegos e imaginación, no teníamos internet (soy una chica de los 90). Allí me di cuenta de que me encantaba contar historias. Creo que me hubiera gustado vivir la infancia con la apertura de mente que hay ahora, podría haber sido feliz mucho más tiempo. Ser una persona trans en un mundo tan cis es vertiginoso, hay momentos en los que pensás en el tiempo que perdiste y es un poco deprimente, pero lo bueno es que queda mucho futuro aún.

Me defino curiosa, alegre, capaz e inteligente. Meticulosa; me gusta saber qué está pasando en el mundo, ver y conocer gente que me rodea, saber cuál es el momento perfecto para hacer algo y evolucionar. Escuchar, leer y repensar me hace sentir bien y ser yo. También hablo con muchos chistes, casi todo el tiempo; el humor ácido con gente que quiero y con quien me siento en confianza me da placer.

Desarrollé mis estudios en San Luis y en Mendoza, donde también viví un tiempo. Creo que elegir la profesión de ser escritora fue una construcción que se dio a través de los años, especialmente en mi adolescencia. Me di cuenta de que lo que mejor me salía era contar historias. Cuando mi papá se enfermó de cáncer, escribir era mi forma de abstraerme de esa realidad. Me ayudó a salir de la tristeza y me di cuenta de que amaba mucho hacerlo. 

Lo que me moviliza son los retos; me generan pasión, es lo que hace que escriba, junto con las decepciones, las preocupaciones por las noches y el tema de la ansiedad. Me movilizan las personas que son capaces de decir lo que sienten y tienen la inteligencia emocional para hacerlo, y las historias de gente que supera barreras y transita un camino de sanación.

Definitivamente transicionar fue un antes y después en mi vida, obviamente, pero creo que poder amar la piel que habito me permitió tener muchas facilidades respecto a cómo vivo ahora. No digo que ser una persona trans sea fácil, al contrario, es todo un reto y requiere mucha valentía; transicionar en un mundo que te dice cómo hay que ser, es un acto revolucionario.

Al tiempo libre lo disfruto cuando no tengo nada planificado, ¿lo no planeado es mucho mejor? No sé, pero tiene un gusto distinto. Escucho mucha música, me encantan las canciones que tienen algo que contar, y artistas como Taylor Swift, Lana del Rey o Katy Perry. La pintura también me gusta, y el cine. Creo que si pudiera vivir diez años más en mi vida sería para poder ver películas. Descubrí que me gustaba la actuación, hace poco debuté como actriz y creo que tiene que ver con mi amor por el cine.

No creo que esta sea mi versión final sino que en mi día a día voy evolucionando, adaptándome. Los momentos y afectos que más destaco de mis proyectos son aquellos cuando alguien lee mis libros y se siente identificado o identificada, eso es una gran satisfacción y un momento bonito para capturar. 

Creo que mis amistades son especiales, es algo que elegimos y me gusta hacerlo. Es bueno saber cuáles son reales y cuáles no, creo que hemos romantizado mucho la amistad, hay personas que ya cumplieron su ciclo en nuestras vidas, y hay otras amistades “legendarias” que forman parte de una familia que elegimos y no tienen fecha de vencimiento 

Me gusta mucho decir que soy de San Luis y hablar acerca de las distintas posturas que hay respecto a “ser” de acá, de haber nacido puntana pero tener madre mendocina y padre cordobés, ninguno netamente puntano. Me gusta la provincia y se nota en mi novela Reina de mi Corazón, ya que la historia transcurre en esta ciudad y describo lugares y rincones locales. Creo que le da un toque mágico y que les lectores pudieron identificarse y relacionarse con algunos espacios.

Quiero invitar a la gente a rodearse con personas trans, salir de su zona de confort, vivir experiencias nuevas. Nos olvidamos por completo de que la vida pasa rápido y nunca exploramos el mundo, cuando a veces no es necesario viajar tan lejos para hacerlo. Así que invito a ir a nuevos lugares, aprender cosas, ayudar a quien lo necesita y escuchar a diversidades y disidencias. También a leer más libros de autores disidentes que nos muestran realidades distintas, y, si no se entiende algo, a preguntarle a la gente que lo vive y no a una referencia cis. Creo que todas las personas nos transformamos y que sí o sí necesitamos cambiar.