Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

Los dicentes

Los Silenciosos Incurables realizan una puesta en común como cierre de año. Es libre y gratuita, abierta al público. El taller de escritura tiene más de 20 años de vigencia

Por Viviana Bonfiglioli

El 12 de diciembre a las 21 horas, en el Auditorio del Centro Cultural José La Vía, volvemos con “El silencio habla”, uno de los espectáculos que mejor representa el taller que coordino.

En esta función, que dura cuarenta y cinco minutos, más de treinta talleristas rasgan la membrana que mantenía un secreto, una opinión; lo enmudecido.

La función que daremos comparte el propósito principal del taller: trata de traducir el silencio, de convertirlo en palabra.

En el taller se escribe a partir de disparadores que propongo, los talleristas que asisten vienen de los más variados ámbitos y con distintos recursos expresivos. Todos tienen, por supuesto, sus propias vivencias y he podido observar que a través de textos autorreferenciales o de ficción aparecen determinados momentos de su experiencia vital. Eso que estaba por debajo del relato que le cuentan al amigo, al terapeuta o que se cuentan a sí mismos. Son apenas dos o tres frases; a veces una oración corta que logra salirse de ese libreto.

Entonces se devela el dolor, la humillación, la traición, la vulnerabilidad, el duelo que no se habían escuchado nombrar.

Con ese material hemos conformado un hecho artístico. Lo que fue silenciado va a hacerse oír, aunque las diga un otro travestido de personaje, o un adulto interpretando el niño que calló, o una adolescente que al fin señala su temor con una frase.

Fotos Gentileza Carlos Alberto Mascioni

Cuando presentamos su primera versión, el 7 de mayo de este año, en el Auditorio de la Caja de los Trebejos, en Potrero de los Funes, al finalizar, el público se acercó para hacernos saber cuánto lo había conmovido, interpretado, representado.

Y sí, tengo un tema con el silencio, está en la denominación de mi taller, está en el título de esta puesta en escena, pero es que creo que el silencio no otorga, creo que a veces es un asombro o es un enorme no. Creo que el silencio deja un eco tal como si hubieran amputado la última tajada de un grito. Tan difícil de asir, tan audible para quien quiera escuchar.

Todo eso me ha llevado a buscarlo y he salido desde mi primera clase, allá por el 2002, con redes, telas de araña, trampas, ardides, engaños, emboscadas, juegos o, como se dice en el ámbito de los talleres literarios, con consignas, para atrapar lo que sostiene, esconde o maquilla el impalpable silencio. Eso que no se expone porque el lenguaje no alcanza o destiñe en contraste con lo que se quiere nombrar; eso que queda ahí, justo entre dos palabras, o en lo que se interrumpe.

El escenario va a sostener fragilidades, belleza, voces que batallan para animarse a decir. Los invitamos a escuchar.

Foto: Fabricio Aguilar.