Miguel Damián Aguilera-11-12-2022
Mi nombre es Miguel Damián Aguilera, nací el 18 de abril de 1984 en la ciudad de San Luis. Crecí en el barrio AMPPyA, con la música siempre presente en casa, a través de mi viejo y de mi hermana, ella canta y toca la guitarra desde los siete años, yo después con la percusión y la batería.
Siempre se escuchaba folclore y rock nacional, también cuarteto y música cuyana en menor medida. Digamos que yo arranqué gracias a mi viejo, siguiéndolo y acompañándolo a peñas, después con mi hermana participando en las juntadas familiares. Ya de adolescente formamos el conjunto Amalaya, junto a mi hermana y una amiga.
Estudié con profesores de batería y percusión lo básico, porque es diferente a otros instrumentos, tiene figuras, no son notas. En el barrio concurrí a clases con el profesor Adrián Algarbe, del grupo Inti huasi, un tremendo músico, con él tomé clases que me enseñaron mucho, ya que al principio sacaba todo de oído escuchándolo a mi viejo cuando tocaba. Eran épocas donde escuchaba mucha música, casi de manera obsesiva tanto por el rock y el folclore, más adelante me acerqué más al rock y al folclore fusionado, conocí además otros músicos bateristas que me enseñaron un poco más.
Creo que son importantes las bases musicales de la familia o con quienes uno se relaciona, es lo que nos abre la cabeza y nos lleva a continuar. No es lo mismo sin esa base. Tengo muchos recuerdos de los encuentros familiares o con amigos que se daban en mi casa, allí siempre estaba sonando una guitarra. Se me viene a la cabeza cuando tocaba con mi viejo, con mi hermana cantando y tocando, en alguna juntada familiar. Me gusta la música cuyana, aunque en casa se escuchaba más el folclore norteño: chacareras, zambas carperas, música jujeña o del altiplano, aquellos clásicos del folclore nacional. Junto a mi hermana estuvimos tocando cinco años aproximadamente, luego me llamaron del grupo “El ceibal” de Potrero de los Funes, allí estuve dos años.
Fueron momentos donde estaba con la idea de conformar algo propio y en 2013 arranqué ese camino, aunque se concretó oficialmente en 2015, el comienzo fue bajo el nombre La Juntada Folk, junto a un amigo. Al tiempo nos enteramos que ese nombre ya estaba registrado, lo cambiamos por la cuerda.
Fue pasando el tiempo, cambiando de músicos, hasta llegar a la actualidad. Aunque siempre estuve en el círculo del folclore, tengo una cuenta pendiente, que es conformar una banda de rock, que también me gusta. He participado de toques en otras bandas, como por ejemplo con “La Seña”, donde están Diego Sosa y Marcelo Fernández, con ellos estuve dos años. Siempre en La Cuerda tuvimos la idea de ser una banda festivalera o popular, que haga canciones que le gusten a la gente, pero no solamente que sea comercial y venda, sino que también suene bien.
Desde 2015 fuimos mutando, en 2017 grabamos nuestro primer CD en Casa de la Música, que fue un sueño cumplido. La banda siguió avanzando, participando en festivales nacionales de la región como San Juan, Córdoba, Mendoza y de nuestra provincia. Actualmente trabajo en el municipio de Potrero de los Funes, ese es mi trabajo pero aspiramos, como todo artista, a poder vivir de nuestro arte, metiéndole muchas fichas a la banda, haciendo inversiones y tomándolo muy seriamente.
En 2020 estuvimos al borde de la disolución, debido a la pandemia, cada uno tomó el rumbo que pudo, y al comienzo de este año comenzaron a llamarnos de Mendoza para tocar en varios festivales y volvimos a conformar la banda, con nuevos músicos y más grande; éramos seis integrantes y ahora somos ocho, agregamos guitarra eléctrica y violín, tenemos cuatro voces.
Intentaremos llegar lo más lejos posible, con humildad y energía, buscaremos reflejar todo lo invertido en nuestras interpretaciones. Valoro lo humano porque está por encima de todo, no sirve de nada tener músicos virtuosos si no hay buenas energías, y en este ambiente se ve mucho el tema de los egos, creo que esta versión de La Cuerda es la mejor (ríe). La energía se ve en el escenario y la gente lo percibe siempre. Lo importante es tener todos el mismo horizonte. En lo musical mi meta es seguir estudiando y aprendiendo, siempre se puede mejorar, hay que darle al menos una hora diaria al instrumento.
Me gustaría volver a dar clases para niños en instrumentos de percusión, con mejores conocimientos y nuevas experiencias. Que la banda esté progresando y que cada vez se escuche más, es fruto del esfuerzo. Mi familia está compuesta por mi vieja Mercedes, a mi viejo hace once años que no lo tengo. También están mis hermanas, Fátima, que se dedica a la música y Érica, que trabaja en salud. Tengo una familia bastante grande que aunque no nos veamos, siempre estamos cerca. Agradezco al semanario por difundir la actividad de los músicos, también a la gente que siempre está a nuestro lado y confían, hay que ser agradecido.