Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

La historia de un hombre y sus pasiones

Por Matías Bailone Cerutti

En el año 1950 el célebre ciclista profesional don Miguel Arcángel Cerutti gana y obtiene otro Campeonato para su ya larga lista de trofeos, esta vez el Provincial de Ruta, y en 1951 de la americana de 90 minutos del Club Colegiales. De nuevo la prensa local decía el 21 de marzo de 1950: “Después de una lucha encarnizada a través de los primeros 60 kms, Cerutti comenzó a dominar a sus rivales hasta colocarse en el puesto de vanguardia, que mantuvo en brillante forma hasta cruzar la meta victoriosa. De esta manera, aparte del Título de Campeón Provincial, agrega ahora por segunda vez el de Campeón de Resistencia de la Provincia”.

En ese mismo año sanmartiniano y en la ciudad bonaerense de Bahía Blanca obtiene el título de Campeón Argentino de Resistencia, representando a la Provincia de San Luis. En esa ocasión es el presidente Juan D. Perón quien le entrega la medalla laudatoria y el premio nacional. A la par de su exitosa carrera pedalística profesional, Miguel se destaca por su don de gentes, su potencialidad de liderazgo nato, que se palpaba en la admiración y fanatismo de sus compañeros de equipo y amigos.

Así comienza su actuación en el Club Ciclista Mercedes (fundado en 1921), como uno de sus más fervientes propulsores, y se destaca profesionalmente en el Club Aviador Origone y el Club Colegiales. En 1945 se produce una escisión del Club Ciclista Mercedes, liderada por Miguel Cerutti, y acompañada por Raúl Ogas, Marcial Arrieta y Reynaldo Ocaña, manteniéndose en la línea de la Federación Ciclista Argentina, que reflejaba en el fondo un antagonismo entre los ciclistas villamercedinos del Barrio Estación y los del Centro.

Miguel y su hermano Esteban propulsaron la histórica Bicicletería Cerutti, que originariamente estaba en la esquina contraria al Boliche de Don Calixto, y después pasó al mítico cruce de calles Lisandro de la Torre e Hilario Cuadros, donde todavía hoy se encuentra. La bonhomía de Esteban era la marca más notoria y atrayente del negocio, que más que comercio era un templo del barrio, el de los hermanos de Fraga, los ángeles de la bicicleta, los ciclistas del trueno.

Esteban Cerutti (1911-1994), algunos años mayor a Miguel, era además de ciclista, bochófilo y cazador de aves menores, el más querido y respetado del Barrio Estación. Muchos vecinos del mismo enclave han siempre rememorado la bondad de quien les alquilaba o prestaba bicicletas, y quien divertía a los más pequeños con historias no del todo corroboradas.

El ilustre folklorista Félix Máximo María, en su libro sobre el ya mentado Boliche de Don María, su padre inmortalizado por la cueca de José Zavala, recuerda el alquiler de bicicletas y las menciones de Esteban a su participación deportiva en el Club Independiente, que sus interlocutores pensaban que era el de Avellaneda, cuando en realidad era el de su nativa Fraga

Miguel y Esteban se querían con un amor fraternal y ancestral. El primero, hermano menor, se sentía con una responsabilidad de protección por sobre el bueno de Esteban, como siempre lo sintió por sobre todo el grupo familiar.

Tenía necesidad de sobreprotección cariñosa pero dictatorial, no había forma de evitar el cariño, las dávidas o el cuidado de quien era un verdadero ángel protector, un arcángel del ejército celeste que cuida con temple guerrero y con fuerte brazo a todos sus seres queridos

Los arcángeles fueron creados por la potestad divina para comandar legiones de ángeles y seres celestiales, y sus funciones de conducción y de responsabilidad son proporcionales a los dones y virtudes con que la divinidad los reviste. Miguel tenía muchas virtudes y dones, que no permitían que pasara sin dejar huella profunda por muchos sitios, aunque –como buen astro lunar- mucho de ello era virtud de otra persona que lo supo iluminar.