Por Alejandra Etcheverry

Vuelan los días de fuego sobre la paz de la sierra,
el claroscuro del monte bebe murmullos dormidos
y en la ladera reseca sueña la sed de la tierra
con campos llenos de verde y espacios ya florecidos.

Se han retrasado las nubes, perezosas en el viento,
en el aire los cantares de las aves en su vuelo,
parecen una oración expresada entre lamentos,
por las lluvias retrasadas añoradas por el suelo.

En el momento más triste de la profunda agonía,
se abren las aguas de estío rebalsando el firmamento
y la lluvia tiñe todo de alivio en mansa alegría,
la vida verdea nueva con fresco y húmedo aliento.

Así yo espero tus pasos, como  la sierra en su anhelo
Y enredarte entre mis brazos escritos en lluvias y cielos.