El poema conjetural, cita entre Borges y Dante
Por Pablo Ricardi
El Poema Conjetural es uno de los altos logros poéticos de Borges. En él, nuestro gran escritor asume la conciencia y la voz del patriota Francisco Laprida, en sus últimos momentos, haciendo balance y paradoja de su vida. Con ser un magnífico poema en todas sus partes, voy a detenerme en aquella que interactúa con la Divina Comedia, libro que Borges consideraba (usando sus palabras) el ápice de la literatura. Los versos mismos del poema nos dan la pauta de que Borges estaba inmerso en la Comedia al momento de escribirlo. Primero, leamos el poema todo, que comienza con ese verso que pareciera detener la respiración: ” Zumban las balas en la tarde última” .
Poema conjetural El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir: Zumban las balas en la tarde última. Hay viento y hay cenizas en el viento, se dispersan el día y la batalla deforme, y la victoria es de los otros. Vencen los bárbaros, los gauchos vencen. Yo, que estudié las leyes y los cánones, yo, Francisco Narciso de Laprida, cuya voz declaró la independencia de estas crueles provincias, derrotado, de sangre y de sudor manchado el rostro, sin esperanza ni temor, perdido, huyo hacia el Sur por arrabales últimos. Como aquel capitán del Purgatorio que, huyendo a pie y ensangrentando el llano, fue cegado y tumbado por la muerte donde un oscuro río pierde el nombre, así habré de caer. Hoy es el término. La noche lateral de los pantanos me acecha y me demora. Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca con jinetes, con belfos y con lanzas. Yo que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros, de dictámenes a cielo abierto yaceré entre ciénagas; pero me endiosa el pecho inexplicable un júbilo secreto. Al fin me encuentro con mi destino sudamericano. A esta ruinosa tarde me llevaba el laberinto múltiple de pasos que mis días tejieron desde un día de la niñez. Al fin he descubierto la recóndita clave de mis años, la suerte de Francisco de Laprida, la letra que faltaba, la perfecta forma que supo Dios desde el principio. En el espejo de esta noche alcanzo mi insospechado rostro eterno. El círculo se va a cerrar. Yo aguardo que así sea. Pisan mis pies la sombra de las lanzas que me buscan. Las befas de mi muerte, los jinetes, las crines, los caballos, se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe, ya el duro hierro que me raja el pecho, el íntimo cuchillo en la garganta.
Cuando Borges glosa el destino de Laprida explicita:
“Como aquel capitán del Purgatorio, que huyendo a pie y ensangrentando el llano,
Fue cegado y tumbado por la muerte, allí donde un oscuro río pierde el nombre”
Laprida se permite decir todavía: “así habré de caer.”
En La Divina Comedia, en el canto V del Purgatorio, Dante se encuentra con Buonconte de Montefeltro, y haciendo memoria de la batalla de Campaldino, donde éste perdió la vida, le pregunta acerca del destino de su cuerpo, al que nunca se encontró. La respuesta del capitán, en una traducción libre, es:
“Al pie del Casentino atraviesan las aguas de un río que se llama Archiamo, que nace en el Ermo, en el Apenino. En el sitio en que vuelve vano su nombre, llegué con el cuello atravesado, huyendo a pie y ensangrentando el llano, allí caí, perdí la vista y mi última palabra fue el nombre de María.”
Notable correspondencia, no sólo en las palabras, sino en la excelsitud poética. Borges toma la poesía y las palabras de Dante, y las transforma en su propia poesía.
Así como vimos, que este poema de Borges comienza con un gran verso, también termina con otro gran verso, ese verso final en que Laprida recibe “el íntimo cuchillo en la garganta” que otra vez evoca a Buonconte cuando dice “arriva io forato ne la gola”.
Excelente paralelismo literario.