Dimensión
Gabriela Cucui (*)
El sonido venía coloreado. Llegaba justo hasta el umbral de su fibra óptica. Sonaba a ramas meciéndose en el viento. Buscaba adentrarse en el hueco de la luz.
Sensinia estaba apagada.
El rebote generaba tonalidades pastosas, acampadas en la misma extensión de lo no visto. Apretaba lirios transformándolos en soles azulinos. Trataba de encontrarse.
Sensinia tendría que dar el salto desde aquel acantilado filoso. Sólo un foráneo extraviado podría descubrirlo y así llegar hasta la médula de su sentido. Ese territorio urdido por el paso inexorable del tiempo. Decapitado por su propia dimensión.
Sensinia miraba hacia abajo. Medía la distancia entre el accidente geográfico y la base profunda de tierra abombada.
Su mirada parecía nublarse. Arremetía el miedo. Sofocaba el aire caliente. No era posible.
Neiseria permanecía cercana a Sensinia, enfrentada al mismo abismo optó por precipitarse al descenso. Peligroso. Temido. Hacía eco de la imposibilidad de salir ilesa.
Neiseria llevaba en su interior el eje de la acción, perpetrada en cada instante.
Sensinia permanecía quieta. Su mirada podía captar cómo ese agujero profundo se desdibujaba. Lo ilusorio se hizo evidente.
La hondonada desapareció, como la rústica piedra de la mano de aquella niña, recolectora de relatos, bajo el agua calma, ante sus sorprendidos ojos.

(*) Gabriela Cucui (San Francisco, Córdoba). Licenciada en Bioquímica. Farmacéutica. Docente Universitaria. Diplomada Universitaria en Coaching y Liderazgo emocional. Participé del taller de fotografía, danza contemporánea, logoterapia, yoga. Curso de redacción y estilo (UNSL), Taller literario: Silenciosos Incurables. Participé en el libro «No tan silenciosos», Antología (2019) y en el concurso de cuentos del Banco Supervielle. Expositora en la Noche de las artes (pintura).
Excelente relato. Profundo y convincente. Sorprende en cada párrafo, con la fuerza del sentimiento y de la duda eterna. Emociona y hace vibrar las fibras del alma. Gracias