“Reynaldo Reiné para servir a Ud. Si no tiene 5 me da 10 y si no igual es”. Me llamo Reynaldo Reiné Bausa, tengo 87 años, soy jubilado. Nací en Anchorena, San Luis, un 19 de mayo de 1935 en una vivienda particular porque en aquella época no había hospital.

Mi padre se llamaba Rafael Bausa, vino de España de las Islas Baleares cuando tenía 14 años, y mi mamá se llamaba Remedios González, nacida en Puán, Buenos Aires. Éramos seis hermanos en el siguiente orden: Cacho, Yoli, “Yo”, Muñeca, Gladis y Coco. Hoy sólo vivimos: Yoli (90 años), Yo (87) y Gladis (83).

Siempre viví en Anchorena hasta hoy. Vivo con mi esposa Emilia Palacio y cerca viven mi hija Malena con mis nietos Sofía y Elías. Mi otra hija Claudina vive en Las Chacras, San Luis.

Cuando era chico en el pueblo no había luz eléctrica, ni televisor, tal vez alguna radio. Pero nunca me aburría. Siempre había algo para jugar. Siempre jugaba con mis hermanos. En verano nos metíamos a un tanque para refrescarnos. Era habitual jugar al fútbol, pero como no teníamos lo fabricaba un vecino con vejigas de vacas infladas, o con pelotas de trapos. Hacíamos partidos entre barrios hasta que después de unos años jugué para el equipo del Club Argentino.

Una vez jugando en un campito estaba de arquero y tenía una chapa como palo de arco, me tiré y me corté, aún hoy mantengo la cicatriz.

Mi papá tenía una quinta con unas vacas lecheras. Las buscábamos y las traíamos hasta el corralón de mi casa, le ayudábamos a ordeñar y después las llevábamos otra vez a la quinta. 

Tengo varias anécdotas de niño: una vez en el patio de la iglesia, había un pozo con una bomba y estaba abierto. Nos juntamos con unos chicos vecinos: José, Inés, Rosita, con quienes andábamos todo el día, y nos pusimos a jugar al gallito ciego. Yo era el “gallito ciego”, iba con los ojos vendados y choqué la bomba y caí al pozo que tenía unos 4 metros, sólo me hice unos rasguños. Mis viejos me empezaban a llamar diciendo que estaba la comida y yo no podía salir. José buscó una escalera y me ayudó.

Fui a la Escuela Nacional Neuquén N°74 hasta 5° grado, porque ese era el último año que había.

Me dediqué junto con mis hermanos al campo y también teníamos un almacén de Ramos Generales, que empezó siendo muy chico y llegamos a tener de todo un poco. Era uno de los más surtidos del pueblo. Vendíamos desde frutas, verduras, talabartería, ropa, zapatillas, ferretería, tienda, telas, bebidas, botiquín con algunos remedios que el médico del pueblo nos decía. Estábamos autorizados porque no había farmacia, y si había que comprar un remedio lo más cerca era Victorica, La Pampa, a 70 km. Todavía en el pueblo no funciona ninguna farmacia a pesar de los años que han pasado. Sólo que ahora es más fácil conseguir los remedios porque hay una farmacia en Arizona, a 15 km.

Seguimos con el almacén porque lo había empezado mi papá, pero como él falleció cuando yo tenía 15 años trabajamos para ayudar a mi mamá. De a poco fue creciendo el negocio y también logramos comprar más hectáreas de campo.

Como hechos bisagra destaco la muerte de papá, casarme, y la llegada de mis hijas. La vida cambió para bien. También en el año 2020 tuve un ACV. Estuve un año y medio instalado en Juana Koslay porque tenía internación domiciliaria y en Anchorena no se podía hacer rehabilitación. Eso me cambió la vida porque ya no puedo hacer algunas cosas.

Soy una persona honesta y solidaria. Siempre que pude ayudar lo hice. Recuerdo una vez que volvía del campo sucio por el trabajo y con las alpargatas rotas, me pidieron por favor que llevara una nena al hospital porque había tomado veneno. Del hospital de Anchorena nos mandaron a Arizona, desde ahí a La Maruja, La Pampa, luego a General Pico. Y seguí así como estaba hasta el otro día. La nena se salvó.

Algo que me enoja y me molesta es la impuntualidad. A veces pienso para qué te citan a una hora determinada y casi nadie cumple. El campo es mi pasión, me gustaba ir, trabajar, cuidar los animales. Hasta ahora me gustaría hacerlo pero no puedo. Mi música preferida es el tango y el paso doble. Sabía leer novelas, ahora leo poco. Me gusta leer el diario impreso.

Antes, cuando trabajaba todo el día, los fines de semana me iba al club a jugar al truco. También, algunos domingos cuando podía, iba a las carreras de caballos en Anchorena y la zona.

Ahora me entretengo mirando canal rural, para saber el precio del novillo porque tengo una chacra alquilada y me pagan según el precio del Mercado de Liniers. También miro partidos de fútbol.

Mis padres siempre me inculcaron que había que trabajar y ser una persona honesta. Fuimos muy unidos con mis hermanos. Trabajamos todos juntos por muchos años y logramos progresar, llegamos a tener hasta 2000 hectáreas de campo.

Tuve un gran amigo llamado Elías Hondere, era un hombre muy bueno, solidario con toda la gente. Le preparaba comida a los vagabundos, ayudaba si a alguien se le rompía el auto y en todo lo que podía. Murió hace muchos años siendo muy joven. La noche antes de su muerte hasta me acosté un rato a su lado para acompañarlo.