Reportajes

Juan Ignacio Villegas,30-04-2023

Soy Juan Ignacio Villegas, nací el 24 de mayo de 1979, pero me anotaron el 25, festejo dos días seguidos mi cumpleaños (se ríe). Soy nacido y criado en Villa Mercedes, junto al Club Aviador Origone, que actualmente es un supermercado. Allí viví mi infancia, siempre jugando al fútbol con amigos del barrio.

Mi viejo es Juan Carlos Villegas, guitarrero, cuyano y cantor de Concarán, mi vieja es hija de un carpintero, repostera y siempre haciendo de las suyas en manualidades, viven en el mismo lugar. Mi hermano mayor trabaja en El IFDC y mi hermana nutricionista en un centro de salud, soy Ingeniero Agrónomo recibido en Villa Mercedes. Siempre trabajé, desde chico cortaba el pasto, arreglaba jardines.

En la facultad tuve un par de pasantías laborales rentadas, en un conocido frigorífico y en una empresa de alimentos balanceados. Luego trabajé para Syngenta y Monsanto como inspector de calidad de semillas, me llevó a conocer casi todo el país, salvo Santa Cruz y Tierra del Fuego, sin haberme recibido.

Después de esa experiencia de trabajo volví a mi provincia, por la invitación de una amiga, a formar parte del Plan Forestal que se pondría en marcha. Tres años estuve en el Senasa en La Pampa, luego volví a la supervisión de semillas para Syngenta y Monsanto por un periodo, hasta que me afiancé en San Luis, al casarme con una puntana. Siempre con mucho trabajo, haciendo extras, un amigo de dice ¨el fenicio¨, pero es mi condición natural, de quien viene de abajo y necesita lucharla y buscar el mango siempre. Me casé con María Virginia Divizia, tenemos dos hijos, Juana y Dionisio.

Soy un fanático de las plantas y de la parquización, de los grandes parques, me formé para eso, también hice una especialización en césped deportivo, fui docente en la ULP en la carrera de Técnico en Producción Agropecuaria.

Formé parte del Ministerio del Campo en Sol Puntano, después estuve en Parques Provinciales, desde allí pasé a la Forestación y Parquización de Rutas en los ingresos y rotondas de las localidades, dentro del Ministerio de Obras Públicas, sumándole a ello la parquización de Terrazas del Portezuelo, junto a los trabajadores del Plan, manteniendo y reponiendo más de diez mil plantas, con nuestros trabajadores que hacen este trabajo tan noble. Hablo con mucha pasión, fue esa pasión por las plantas que me trajo de nuevo aquí.

Siempre recorrí el país esperando volver, viajando más de diez mil kilómetros por mes, sentía cada vez que retornaba seguridad y comodidad, entrar a una autopista iluminada me hizo soñar en una autopista forestada, y hacerme cargo de ese sueño puntano y formar parte, lo tomo como una gran oportunidad.

Siempre lo cuento fuera de la provincia, es hablar del ¨caso San Luis¨, porque no existe en otro lugar. No sé si es tomarlo como un broche de oro a mi carrera porque todavía tengo varios años más para brindar, pero me siento muy realizado y contento por haber cumplido sueños en la provincia que quiero y que elegí, es poner mi grano de arena y devolver algo de lo que me dio la educación pública, es mi obligación moral devolverle algo a la comunidad también. Tengo ganas de seguir formando gente, sobre todo un grupo muy vulnerable que hoy tiene una salida laboral, tiene la oportunidad de hacer mantenimiento de parques y jardines y eso le da un ingreso más. Un gran porcentaje de nuestra gente hace ese trabajo en lo privado, y nos consultan.

En un principio quise estudiar arquitectura pero no pude por el costo de la carrera, pero mi vieja fue la que me contagió esta pasión por las plantas, hasta el día de hoy intercambiamos semillas. Transité casi todos los aspectos de la profesión, en empresas que usan agroquímicos, pero también formé parte de la mesa de producción orgánica nacional, estuve en los dos extremos.

Hoy me sostiene la posibilidad de ser más conservacionista, lograr entender que estamos de prestado y que el medio ambiente nos da la posibilidad de formar parte de un entorno natural que debemos cuidar, digo esto porque vi todas las fotos posibles. Toda la experiencia y el camino recorrido me llevan a sostener la pasión por las plantas, que me lleva a mi madre todo el tiempo.

Hay que creer en los mitos, conozco la fisiología y el manejo de las plantas, pero hay personas como mi vieja que tienen ¨mano¨ para las plantas, no es ningún mito, son personas que saben cómo sostener el crecimiento de una planta que a mí no se me da, como el Jazmín del Cabo que nunca pude. Son sabidurías, predisposiciones únicas, hay que aprender de ellos.

A veces se cree que por tener una profesión se está un escalón por encima, nada más errado, logré entenderlo a tiempo, aprender del encargado de campo, del maquinista, de la sabiduría de la gente mayor. Sigo soñando con poner mi granito de arena, con que seamos empáticos con los demás, con que mis hijos estén contentos con lo poco o mucho que nos toque, parece una utopía lograr la felicidad, pero la alegría no está en lo que tenemos, intento transmitirlo a mis hijos.