Marisa Vilche

El que aún no me diste, el que no se si me darás. 

Un beso intenso y valiente, deseado y jamás fugaz. 

Un beso con tus manos enormes apretadas a mí rostro; reteniéndolo para que mi alma no huya con su furia. 

Un beso furioso, sí, detenido entre el deseo y la huida. Inescrupuloso y sin misterio. 

El que jamás deberíamos darnos porque en su humedad peligraríamos cual dos trapecistas presos de su propio vértigo. 

Un beso enorme, apasionado, envolviéndonos de olvido y de esperanza. A nosotros; a dos locos olvidados de nosotros. A dos que se encontraron, aunque todavía no se encuentren. 

Un beso que al final guarde tus ojos en los míos y que me robe la mirada para ocultarla en tu pupila. Que nunca termine y que se transforme en otro y otro igual; que nos detenga el corazón de tan profundo.

Por eso, ojalá que el valor nos inunde y que la magia se devele en ese intento, porque un beso así, así, jamás nos lo hemos dado.